¡Proletarios de todos los países, uníos! AVANCE DE LA REVISTA SOL ROJO N° 51: ¡UNIR Y ARMAR A LOS PUEBLOS BAJO DIRECCIÓN PROLETARIA CONTRA TODOS LOS IMPERIALISTAS Y SUS GUERRAS DE RAPIÑA Y REPARTO!
La presente agudización de la contradicción interimperialista expresa la agudización de la crisis general y última del imperialismo. La necesidad de los monopolios imperialistas de llevar a cabo una nueva repartición del mundo, la crisis de la democracia burguesa y la reaccionarización y fascistización de los Estados reaccionarios demuestran que los chupasangres y todo su sistema están hundiéndose desesperadamente, mientras que el proletariado internacional y los pueblos del mundo combaten y resisten a este viejo orden y van superando la escisión y los retrocesos causadas por la ofensiva contrarrevolucionaria general y la traición revisionista. La intensificación actual de la pugna entre las superpotencias yanqui, china y rusa por la hegemonía mundial no cambia la contradicción principal en el mundo, la cual sigue siendo la contradicción entre el imperialismo y los pueblos oprimidos. Tampoco cambia el papel fundamental de la lucha de clases, de la contradicción proletariado – burguesía. Al contrario, las guerras imperialistas destacan aún más que solo con una firme posición de clase proletaria y con la ideología científica del proletariado – el marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente el maoísmo – es posible comprender lo que sucede actualmente para poder acabar con las guerras genocidas y la explotación y opresión imperialista. Y, como confirman los sucesos en Ucrania, así como en cada nación oprimida, es cada vez más claro que la única clase capaz de dirigir y llevar hasta su fin la lucha de liberación nacional - contra todos y cada uno de los explotadores imperialistas – es el proletariado, que bajo la dirección de su Partido Comunista debe unir, movilizar y armar a todas las clases del pueblo contra el puñado de imperialistas y sus lacayos locales. La agresión imperialista y la amenaza de una nueva guerra mundial agudizan la lucha entre el marxismo y el revisionismo en las filas de los comunistas y revolucionarios: en todos los países, oprimidos e imperialistas, se pone inevitablemente en el orden del día la cuestión de la lucha armada y la validez universal de la guerra popular. Igualmente, la crisis de la democracia burguesa, la reaccionarización de los Estados reaccionarios y el creciente rechazo popular del parlamentarismo pone en el orden del día el boicot de las elecciones como estrategia del proletariado en todos los países. La guerra imperialista inevitablemente radicaliza a las masas y aparta el grano de la paja en las filas de nuestra clase.
La nueva repartición del mundo y la guerra subsidiaria en Ucrania En la actual intensificación de la pugna entre las tres superpotencias, el imperialismo yanqui – el gigante con pies de barro - sigue siendo la parte más agresiva y belicista, luchando desesperadamente para mantener su posición de gendarme hegemónico y único frente a los avances rápidos de la superpotencia china y el obstáculo que constituye la superpotencia atómica rusa. Después del colapso del socialimperialismo soviético, los imperialistas yanquis apuntaron a dominar Rusia como si fuese un país oprimido: convertirlo en una semicolonia y explotarlo con la ayuda de una burguesía rusa sujetada a los yanquis y sus aliados. Pero, pese a su profunda debilidad económica y política, Rusia se mantuvo aún como una potencia imperialista y una superpotencia atómica, con una burguesía monopolista que había desechado el capitalismo monopolista de estado de la URSS revisionista, pero que no había abandonado sus afanes de hegemonía imperialista mundial. Después de Yeltsin vendría Putin, el representante de esta burguesía imperialista, con una política de largo plazo para la defensa del imperialismo ruso, apuntando a retomar su imperio perdido. El imperialismo yanqui junto con las potencias europeas, principalmente Alemania, avanzó hacia el Este. A través de la fuerza militar de la OTAN y con la Unión Europea como instrumento político, los imperialistas occidentales tomaron el control de las antiguas semicolonias del socialimperialismo soviético en la Europa oriental. Con la ayuda de las burguesías vendepatrias de estos países (en gran parte ex-miembros de la burocracia revisionista), y movilizando a las mismas fuerzas fascistas y “liberales” que habían empleado durante la II guerra mundial (en ese entonces contra el socialismo), realizaron golpes y “revoluciones” coreografiados desde Washington, instalaron sus regímenes títeres, sus fuerzas armadas y sus armas atómicas. Fomentaron las viejas contradicciones nacionales para poner masas contra masas, y lanzaron su guerra genocida contra Yugoslavia. Así se inició el periodo de explotación desenfrenada de estos países por parte de los monopolios yanquis, alemanes y otros, y al mismo tiempo realizaron el cerco militar de Rusia. No es por casualidad que este proceso ha llevado a su presente agudización justo en Ucrania, un país en la frontera de Rusia y con una larga historia de pugna interimperialista – y de resistencia nacional. Como una nación oprimida por el zarismo y otros imperialistas, a principios del siglo pasado Ucrania desarrolló un fuerte movimiento de liberación nacional. Bajo la dirección del proletariado, una parte de este movimiento se unió con el proletariado y el pueblo de Rusia, barriendo al zarismo, liberando la nación de la explotación imperialista, constituyéndola como parte de la Unión Soviética socialista y construyendo el socialismo con el pleno apoyo y la participación activa y heroica de las amplias masas trabajadoras de Ucrania. Otras fracciones nacionalistas, bajo dirección burguesa, se vendieron a los imperialistas y llevaron a cabo el terror blanco contra el socialismo y las masas revolucionarias. Desde entonces, los imperialistas yanquis y alemanes han fomentado y armado tales grupos reaccionarios en Ucrania, entre ellos los nazis ucranianos dirigidos por el genocida nazi Stepan Bandera, hoy oficialmente designado de “héroe nacional” por el Estado de Ucrania.
Después del golpe revisionista en la URSS en 1956 y la restauración del capitalismo, Ucrania volvió a ser nación oprimida, esta vez como semicolonia explotada por el socialimperialismo en nombre de la “división internacional de trabajo” planteada por los revisionistas. Desde entonces, por la falta de una dirección proletaria, fracciones de la burguesía ucraniana han podido manipular la resistencia justa del pueblo contra el imperialismo ruso en servicio de la reacción chovinista, anticomunista y vendepatria. De manera similar, el imperialismo ruso hoy se aprovecha de la orgullosa historia del socialismo y la Gran Guerra Patriótica contra el fascismo para legitimar su dictadura burguesa y promover su expansión imperialista entre las masas. Aunque existe la lucha justa del pueblo de Ucrania contra el imperialismo y sus lacayos locales – y esta lucha también se expresó dentro de las protestas en Maidan en 2014 y dentro de la lucha de las nuevas republicas en Donetsk y Luhansk – esa lucha justa está siendo utilizada por los imperialistas yanquis, rusos y alemanes para poner masas contra masas y movilizarlas como carne de cañón en la presente guerra subsidiaria interimperialista. El estado de Ucrania, su régimen actual y sus fuerzas armadas no pueden representar al pueblo de Ucrania, ni pueden llevar a cabo la verdadera lucha por liberación nacional; no representan nada más que la burguesía vendepatria, tanto si se venden al imperialismo ruso o yanqui o cualquier otra potencia o superpotencia. Consecuentemente, lo que corresponde al proletariado de Ucrania es organizarse con autodecisión, independencia y autosostenimiento, movilizando, dirigiendo y armando al pueblo sin venderse a ninguna potencia o superpotencia imperialista. Sin tal organización, todo intento de hacer un “frente único” con la burguesía contra los invasores solo puede resultar en ponerse a la cola de la burguesía vendepatria y sus amos imperialistas.
Guerra por el botín y por la hegemonía mundial ¿Qué motivos tienen las diferentes potencias y superpotencias imperialistas para entrometerse en Ucrania? Hay intereses económicos directos, es decir la explotación imperialista de la clase obrera de Ucrania y de los recursos naturales del país. Así como en otros países en la Europa oriental, la entrada de la OTAN y la Unión Europea en Ucrania, especialmente con el golpe de 2014, significó abrir el país para la inversión imperialista; la exportación de capital del imperialismo yanqui y las potencias Europeas, principalmente Alemania. En 2021, el Departamento de Estado de los Estados Unidos lo resumió así: “Ucrania ofrece un gran mercado de consumo, una fuerza laboral altamente educada y competitiva en costos [es decir que los salarios son muy bajos –nota de SR], y abundantes recursos naturales. El gobierno continúa avanzando en la legislación para capitalizar este potencial. En marzo de 2020, el parlamento aprobó una ley para levantar la moratoria de décadas sobre la venta de tierras agrícolas, a partir del 1 de julio de 2021. El Banco Mundial proyecta que el establecimiento del mercado de tierras agrícolas podría atraer $5 mil millones en inversiones. [...] El 30 de marzo de 2021, la Rada levantó el bloqueo de las grandes privatizaciones y está buscando formas de facilitar el proceso de privatización. [...] Para atraer inversiones extranjeras, el gobierno adoptó una nueva ley a principios de 2021 que otorga considerables incentivos financieros y operativos a las empresas que realizan grandes inversiones en Ucrania.” (https://www.state.gov/reports/2021-investment-climate-statements/ukraine/) Durante las últimas tres décadas, cientos de grandes empresas extranjeras se han establecido en Ucrania, principalmente en su parte occidental, y los mayores inversores son las empresas de automóviles alemanes. Es decir, que el presente conflicto en parte es una pugna por el botín, por el derecho a explotar el país. Aunque las sanciones contra Rusia tienen un alto precio no sólo para Rusia sino para los demás imperialistas también, y al fin de cuentas ya sabemos que el peso recae sobre el proletariado y el pueblo, es obvio que están dispuestos a sacrificar algo de sus ganancias a corto plazo porque esperan ganar más después. Pero más importante en la situación actual es el motivo estratégico: para los imperialistas yanquis y rusos, el conflicto actual no solo es una pugna por el derecho a explotar Ucrania, sino un paso más en la nueva repartición del mundo, una parte de las preparaciones para una nueva guerra mundial por la hegemonía mundial. Para el imperialismo yanqui, la verdadera amenaza a su hegemonía no es Rusia sino China. Para poder confrontar China, militar y económicamente, es indispensable quitar a Rusia de la ecuación, es decir debilitarla, aislarla, neutralizarla o destruirla. Al mismo tiempo, las burguesías de las potencias de la Europa occidental, principalmente Alemania, están cada vez más conscientes del debilitamiento del imperio yanqui, y están cada vez más considerando otras alianzas que podrían servir mejor a sus ambiciones de convertirse en superpotencias. Consecuentemente, para aislar a Rusia y estar preparados para la gran pugna por la hegemonía mundial, es urgente para los yanquis consolidar sus alianzas con las potencias europeas. La presente invasión rusa de Ucrania, provocada por el cerco militar de Rusia por la OTAN, sirve precisamente a estos fines. El “think tank” estadounidense Atlantic Council publicó en febrero de 2022 un artículo titulado “Washington debe prepararse para la guerra con Rusia y China”. En un informe del año pasado la misma organización planteó que “el desafío más importante que enfrentan los Estados Unidos y el mundo democrático en el siglo XXI es el surgimiento de... China”. Leon Panetta, ex director de la CIA y exministro de defensa de EE.UU., recién reconoció que la guerra en Ucrania es una “guerra subsidiaria” de EE.UU. Y los pronunciamientos de los representantes de las fuerzas armadas yanquis revelan el pensamiento actual de la superpotencia yanqui: “En medio del conflicto entre Rusia y Ucrania, Frank Kendall, Secretario de la Fuerza Aérea de EE. UU., destacó la política exterior de EE. UU. detrás de su despliegue militar, en el Simposio Anual de Guerra Aérea de la Asociación de la Fuerza Aérea, ‘Rusia y otras amenazas no serán descartadas. Pero China, con ambiciones tanto regionales como globales, los recursos para alcanzarlas, será nuestro mayor desafío de seguridad nacional’. Señaló siete ‘imperativos operativos’ que cree que son necesarios para que las fuerzas aborden posibles conflictos, incluida una ‘invasión’ de Taiwán.” (https://www.counterpunch.org/2022/03/21/is-the-ukraine-war-a-prelude-to-a-more-protracted-global-war/) Ahora vemos con toda claridad que las tres superpotencias y una gran parte de sus aliados están dispuestas a desatar una nueva guerra mundial, una inmensa matanza de millones, para tratar de salvar su moribundo sistema imperialista. El imperialismo yanqui, todavía la superpotencia más fuerte pero cada vez más débil, en este momento es la principal fuerza motriz en incitar una guerra mundial; es lógico que prefiera hacerla antes que pierda aún más de su fuerza económica y militar (y sus aliados). Los imperialistas chinos y rusos, aunque ellos también apuntan inevitablemente a una confrontación por la hegemonía, al parecer prefieren posponer tal guerra un poco más, centrando ahora más en la colusión interimperialista; la repartición “amistosa” del botín bajo la consigna del “mundo multipolar”, mientras siguen fortaleciendo su armamento.
El proletariado y los pueblos combaten y resisten En medio de la acelerada reaccionarización de los estados reaccionarios, la represión intensificada y las desesperadas y vulgares campañas de propaganda belicista, las masas populares en todo el mundo están avanzando contundentemente en su rechazo del viejo orden de explotación y opresión y de sus guerras de rapiña y genocidio. Estos últimos años, en los países imperialistas así como en las naciones oprimidas, hemos visto una ola de huelgas y movilizaciones no solo por las reivindicaciones económicas, sino también cada vez más contra todo el viejo orden. Aunque los reaccionarios sí pueden movilizar algunos sectores de la población en favor de sus guerras, han encontrado una inesperada resistencia popular: ver la fuerte oposición en Rusia contra la invasión de Ucrania, y en EE.UU. una nueva generación de activistas antiimperialistas revolucionarios y progresistas. Incluso en los países nórdicos, a pesar del tan arraigado socialchovinismo y servilismo frente a la superpotencia yanqui, la campaña actual para incorporarse en la OTAN está encontrando cada vez más resistencia popular. En Atenas, Grecia, miles de personas se movilizaron el 4 de Marzo en una contundente demostración contra la invasión rusa y contra la OTAN, planteando entre otras cosas que es “una guerra interimperialista en la que se les dice a los trabajadores que elijan entre campos de ladrones rivales”. En abril, trabajadores ferroviarios en Grecia se negaron a transportar los vehículos militares de la OTAN desde el puerto de Alexandra Pulis a Ucrania, y otros activistas tiraron pintura a los vehículos. El 6 de Marzo, más que 5000 personas marcharon en Londres, Inglaterra contra la invasión rusa de Ucrania y contra la expansión de la OTAN, y se han realizado una serie de movilizaciones similares en varias ciudades en EE.UU. también. Esto solo para tomar unos pocos ejemplos; se han realizado miles de protestas similares en todos los continentes, mostrando que las amplias masas trabajadoras del mundo no se dejan engañar por la agitación belicista del imperialismo y la reacción. Y eso a pesar del negro trabajo de los revisionistas y oportunistas, quienes en todos los países se esfuerzan para promover la guerra imperialista bajo consignas de “socialismo” o “democracia”.
El papel del revisionismo Todas las bandas de imperialistas en el mundo utilizan y fomentan grupos y partidos revisionistas para desviar las luchas de las masas y tratar de impedir el surgimiento y avance de movimientos revolucionarios y de liberación nacional dirigidos por el proletariado. Esto no debería sorprender a nadie, porque servir al imperialismo y embellecerlo – en nombre del “socialismo” o incluso con palabras “revolucionarias” y “antiimperialistas” – es la esencia del revisionismo. Se confirma hoy con toda claridad que los revisionistas de todo tipo - tanto si son parlamentarios, “libertarios”, pro-rusos, pro-chinos o pro-yanquis – son socialchovinistas; socialistas de palabra pero pro-imperialistas en la práctica. Su política está bien resumida por lo que decía Lenin en su informe sobre el oportunismo en el congreso socialista internacional de Stuttgart de 1907: “En torno a la cuestión colonial se formó en la comisión una mayoría oportunista y en el proyecto de resolución apareció una frase monstruosa que versaba: ‘El Congreso no condena en principio y para todos los tiempos toda política colonial, que bajo un régimen socialista puede cumplir una función civilizadora’. De hecho, esta tesis equivalía a una regresión directa a política burguesa y a la concepción burguesa del mundo, que justifica las guerras y atrocidades colonialistas.” Consecuentemente vemos ahora como los revisionistas, más o menos abiertamente, toman posición por una u otra de las superpotencias y cumplen su tarea reaccionaria de promover el nuevo reparto del mundo y la guerra imperialista, incluso con la misma patraña de los oportunistas de la II Internacional de la supuesta “defensa de la patria”. Los revisionistas de tipo parlamentario, entre ellos los socialdemócratas y los actuales sucesores de los antiguos partidos ligados al socialimperialismo soviético, se caracterizan por estar totalmente sujetos a la gran burguesía dominante de sus países respectivos. Por eso, su posición frente a las superpotencias y la pugna imperialista tiende a ponerse a la cola de la posición de su burguesía. Así vemos por ejemplo como los partidos revisionistas en países aliados con el imperialismo yanqui y la OTAN en muchos casos han apoyado abiertamente las agresiones e invasiones de la OTAN en Afganistán, Libia y otros lugares, justificándolas precisamente con la patraña de “cumplir una función civilizadora”, ahora formulada como “intervención humana”, “por la democracia” etc. Igualmente, el “Partido Comunista de la Federación de Rusia” sirve lealmente al régimen de Putin y el imperialismo ruso y apoya a sus guerras imperialistas. Otros grupos revisionistas, como algunos pro-rusos y/o pro-chinos en los países occidentales, van en contra de su propia burguesía, pero solo para sujetarse a la burguesía imperialista de otras potencias o superpotencias. Igualmente vemos ahora organizaciones de “izquierda” en Rusia (y en Ucrania) que se oponen al imperialismo ruso y promueven el imperialismo yanqui o alemán. Lo que todos ellos tienen en común es que han abandonado el marxismo y la revolución, y consecuentemente lo único que les queda es buscar un “imperialismo bueno” o el “mal menor” que supuestamente podría crear “mejores condiciones” para la “transición pacífica” al socialismo. Esto es precisamente lo que hoy difunden los imperialistas chinos y rusos: la tesis del “mundo multipolar”, que es una continuación directa de las tesis revisionistas del “ultraimperialismo” de Kautsky y la “coexistencia pacífica” de Jrushchov; en realidad nada más que un negro e imposible sueño de un imperialismo estable y permanente. Siendo que una tarea central para los revisionistas es precisamente desviar, contener y movilizar a los sectores del pueblo que tienden a ser antiimperialistas, estos revisionistas tienen que esconder su política pro-imperialista bajo la propaganda pacifista: por ejemplo, no están en contra de la OTAN y sus guerras de rapiña, pero al presentarse ante las masas las “critican” o se oponen a algunos de los aspectos de dichas guerras. Y cuando – como vemos ahora - crece la oposición de las masas contra el imperialismo y las guerras, pese a los esfuerzos de los socialchovinistas, tienen que adaptarse y centrar más en su palabrería pacifista; ver el ejemplo de Podemos en España, que ahora propone convocar una “reunión por la paz” en vez de la cumbre de la OTAN. Así también pueden buscar el apoyo de fracciones menos belicistas de la burguesía, centrando más en la colusión interimperialista para evitar la revolución, en el reparto “amistoso” del botín y la “estabilidad” del sistema imperialista. Frente a la oposición popular contra todos los imperialistas y sus guerras, algunos revisionistas insisten en que ellos por supuesto también están por combatir a todas las superpotencias, pero que es necesario hacer “alianzas tácticas” con una u otra de ellas. En realidad, están distorsionando lo planteado por el Presidente Mao sobre el frente único antiimperialista, negando totalmente las experiencias del frente antijaponés, incluido el carácter fascista y vendepatria de los “nacionalistas” burgueses como Chiang Kai-shek, y todas las experiencias desde la II guerra mundial de los regímenes del capitalismo burocrático. Y, principalmente, están negando las condiciones concretas: plantear un tal “frente” del proletariado y el pueblo de Ucrania con la gran burguesía representada por el régimen de Zelensky – cuando no existe un movimiento proletario organizado, armado e independiente – no significa nada más que sujetarse a un puñado de reaccionarios directamente controlados por el imperialismo yanqui.
El movimiento de las masas y las tareas de los comunistas “Pero la cuestión es que frente a estos planes lo principal no es simplemente desenmascararlos, sino prepararse contra ellos y no hay sino una forma de hacerlo, prepararse mediante la guerra popular; el Presidente Mao nos decía: hay que prepararse y prepararse desde ahora contra una guerra imperialista y principalmente contra una guerra atómica; cómo les vamos a responder, pues, sólo con guerra popular, de otra manera no, eso es lo principal. Desenmascararlos es parte de hacer una campaña de propaganda que muestre ante el mundo sus siniestros y macabros planes de genocidio mayúsculo, pero eso nunca detiene una guerra, claramente lo dijo Stalin; esas campañas nunca paran una guerra, así lo único que cabría, si queremos impedir una guerra, es desarrollar la revolución. Como enseñó el Presidente: o la revolución impide la guerra mundial o ésta atiza la revolución.” Ya hemos visto que las masas populares del mundo están movilizándose cada vez más contra la guerra imperialista; el problema hoy en la mayoría de los países es que falta la dirección proletaria para unir y armar a las masas y confrontar las guerras de rapiña con guerra revolucionaria. Se plantea aún más urgentemente la tarea de constituir o reconstituir los Partidos Comunistas en cada país, y la situación actual destaca aún más lo planteado por el Presidente Gonzalo, que inevitablemente tienen que ser Partidos Marxistas-Leninistas-Maoístas militarizados que apliquen firmemente la autodecisión, la independencia y el autosostenimiento. El proceso de constituir o reconstituir las vanguardias de la clase tiene que hacerse en medio de la lucha de clases, y actualmente los comunistas y revolucionarios tienen que participar activamente y en forma contundente en las protestas populares – apuntando a dirigirlas – contra todos los imperialistas y sus planes genocidas. Tienen que combatir implacablemente la influencia de los revisionistas y llevar la ideología y la política del proletariado a las masas para prepararnos contra la guerra imperialista; hacer todo para impedir la guerra, sabiendo que solo con la revolución, solo con la guerra popular, podemos impedir las guerras permanentemente. “Debemos tomar nuestro destino enteramente en nuestras propias manos. Debemos extirpar de nuestras filas toda idea que sea expresión de flaqueza e impotencia. Es erróneo todo punto de vista que sobreestime la fuerza del enemigo y subestime la del pueblo. Si nosotros, junto con todas las fuerzas democráticas del mundo, realizamos esfuerzos enérgicos, podremos derrotar con seguridad el plan imperialista de esclavización, impedir el estallido de una tercera guerra mundial, derrocar todos los regímenes reaccionarios y conquistar la paz eterna para la humanidad. Tenemos clara conciencia de que en nuestra marcha hacia adelante aún encontraremos diversos obstáculos y dificultades y que debemos estar preparados para hacer frente a la resistencia y lucha más desesperadas de nuestros enemigos, interiores y exteriores. Pero siempre que dominemos la ciencia del marxismo-leninismo, tengamos confianza en las masas, permanezcamos estrechamente unidos a ellas y las conduzcamos hacia adelante, seremos plenamente capaces de franquear cualquier obstáculo y vencer cualquier dificultad. Nuestra fuerza será invencible. Vivimos una época histórica en que el capitalismo y el imperialismo en el mundo entero se precipitan a la ruina, y el socialismo y la democracia popular en el mundo entero marchan hacia la victoria. La aurora está próxima, debemos esforzamos.” |