¡Proletarios de todos los países, uníos! AVANCE DE LA REVISTA SOL ROJO N° 53: EL SIONISMO, EL IMPERIALISMO Y LA INVENCIBLE La cuestión de Palestina, el Estado de Israel y el sionismo no puede entenderse fuera del contexto del imperialismo. Tanto el nacionalismo "judío" en forma de sionismo, como el nacionalismo palestino, se definen por su relación respectiva con el imperialismo. Mientras que el sionismo desde su creación es el proyecto de la burguesía judía europea para servir al imperialismo y combatir a los pueblos oprimidos, el nacionalismo palestino desde sus inicios representa la lucha del pueblo palestino por la liberación nacional contra el imperialismo y el sionismo. Así, el sionismo en todas sus variantes y el engendro imperialista el Estado de Israel forman parte de las fuerzas reaccionarias y contrarrevolucionarias, y el pueblo palestino forma parte de las fuerzas progresistas y revolucionarias del mundo. Hoy, la lucha palestina, el genocidio sionista en curso y el contundente movimiento global de apoyo a Palestina enfatizan y agudizan aún más la contradicción principal en el mundo actual, entre el imperialismo y las naciones oprimidas del tercer mundo. Esto es lo principal, pero como marxistas-leninistas-maoístas sabemos que la lucha contra el imperialismo no puede separarse de la lucha de clases; sabemos que para analizar los problemas de la lucha palestina (el papel de la Autoridad Palestina, los “acuerdos de paz”, la posición de los demás países árabes etc.) tenemos que ver el carácter de clase de las organizaciones y gobiernos y sus dirigentes. Así, la lucha palestina también enfatiza el problema urgente de que clase debe dirigir la lucha de liberación nacional: la burguesía o el proletariado. Por consiguiente, para analizar correctamente el papel del sionismo y de la lucha palestina, tenemos que ver el problema en su contexto histórico y como parte de la lucha de clases, barriendo todas las oscuridades y distorsiones difundidas por el imperialismo, la reacción y el revisionismo sobre el tema. Este es el motivo del presente artículo.
El antisemitismo El antisemitismo, en el sentido de odio hacia los judíos, ha sido parte de la ideología de las clases explotadoras y reaccionarias en Europa desde la edad media, difundido particularmente por la iglesia, especialmente la luterana. Martín Lutero decía que “Ellos [los judíos] son una pesada carga como una plaga, peste o desgracia en nuestro país”. En el periodo de la revolución burguesa, las fuerzas contrarrevolucionarias señalaron los judíos como promotores de la rebelión y el desorden. El historiador alemán Heinrich Leo (1799-1878) planteó: “La nación judía se distingue evidentemente de todas las demás naciones de este mundo por el hecho de que posee un espíritu particularmente apto para la corrosión y la descomposición.” Después, la burguesía como clase dominante, especialmente con el desarrollo del imperialismo como la etapa superior y última del capitalismo, heredó esta idea: “Los judíos han incitado en todas partes a los plebeyos contra la clase dominante. En todas partes han incitado al descontento con el poder establecido... En todas partes han estimulado sentimientos de odio entre personas de la misma sangre. Son ellos quienes han inventado la teoría de la lucha de clases.” (Martin Bormann 1944). En la época del imperialismo (principalmente en el periodo hasta la Segunda Guerra Mundial) el antisemitismo forma parte de la ideología y política de las burguesías imperialistas en Europa y Estados Unidos, principalmente como una fachada ideológica para el anticomunismo; y en la lucha contra el movimiento comunista internacional y la URSS todas las potencias imperialistas estaban coludidas. Siendo que los judíos no formaban un grupo homogéneo, sino que ellos también tenían sus reaccionarios, sus progresistas y sus revolucionarios, el antisemitismo de este periodo siempre mantenía la idea de “judíos buenos y malos”. Esta idea se planteó en forma clara en un artículo de Winston Churchill en 1920, donde este genocida imperialista expresa su pleno acuerdo con la teoría de la judía “conspiración mundial para el derrocamiento de la civilización”, pero también su elogio a los “judíos nacionales” – los sionistas. El artículo, titulado “Sionismo Contra Bolchevismo – la Lucha por el Alma del Pueblo Judío”, nos da una imagen clara de la esencia del antisemitismo de la burguesía imperialista, y también del sionismo como una parte de la misma ideología imperialista y antisemita:
El fascismo “nacionalsocialista” alemán mantenía la misma idea:
La justa y correcta posición proletaria sobre estos judíos “nacionales” e “internacionales” se planteó por el gran Lenin, y sigue siendo válida hoy:
En conclusión podemos determinar que el antisemitismo, así como todo el concepto de las “razas”, fue elaborado y difundido por las explotadoras y reaccionarias clases dominantes de las potencias coloniales e imperialistas, y opuesto y combatido principalmente por el movimiento obrero marxista, el movimiento comunista internacional. Este racismo sirvió y sigue sirviendo como instrumento ideológico y político 1) como parte del nacionalismo burgués para crear comunidades no clasistas, reemplazando la lucha de clases por una lucha entre “razas” o “culturas” y 2) para justificar el genocidio, la explotación y la opresión de los pueblos de las colonias/los países oprimidos. Para el fascismo alemán, el antisemitismo también sirvió como instrumento para su patraña de “combatir el capitalismo y el comunismo” y para justificar su guerra de rapiña en la Europa oriental. Y, como vamos a ver, el sionismo pertenece a esta misma tradición de nacionalismo burgués chovinista e ideología imperialista y colonial racista y antisemita.
El sionismo – ideología colonialista, imperialista y racista El sionismo surgió a fines del siglo XIX como una pequeña secta entre los intelectuales burgueses judíos en Europa. Inspirados por el nacionalismo chovinista, colonial y racista de la burguesía de la época, los fundadores del sionismo querían crear un movimiento nacional del mismo espíritu para los judíos, apuntando a crear un Estado nacional judío y establecerse como clase dominante del mismo. Para poder alcanzar este objetivo, tenían que establecer dos conceptos ideológicos: 1) Que lo que los judíos del mundo tenían en común no era sólo su religión (y ciertos elementos culturales derivados de esa comunidad religiosa), sino que eran un pueblo, una nación y una “raza”. 2) Que esta “raza” era descendiente de los hebreos antiguos, y que por eso tenía el derecho de “volver” al territorio mítico de “Israel”. Así como el mito de la “raza aria” y los demás mitos nacionalistas de la época, estos dos conceptos sionistas son invenciones ideológicas sin ningún fundamento histórico. Una serie de historiadores e investigadores científicos (judíos y otros) ya han mostrado hace tiempo que los judíos del mundo no tienen un origen común, sino que pertenecen a varios distintos grupos; algunos en parte descendientes del Medio Oriente, pero la mayoría descendientes de pueblos de otras partes del mundo que se convirtieron al judaísmo en diferentes momentos de la historia. Schlomo Sand, historiador de la Universidad de Tel Aviv, ha demostrado que los judíos europeos (los Asquenazi), y entre ellos los fundadores del sionismo, son principalmente descendientes de los jázaros, que se convirtieron al judaísmo en el siglo VIII, y no tienen nada que ver con el territorio de Palestina. Los sionistas sabían que para crear su movimiento nacionalista “moderno”, tenía que ser un movimiento secular basado en la “raza” y la “nación” y no en la religión. Pero, siendo que sus mitos nacionalistas no tenían ninguna base fáctica, tenían que basarse en los cuentos del antiguo testamento de la Biblia y en la mitología cristiana. De hecho, el sionismo es más un producto del cristianismo y de la ideología del imperialismo occidental que del judaísmo. En Europa desde finales de 1800 hasta las primeras décadas de 1900, la opresión racista contra los judíos motivó a una gran parte de ellos a unirse a las luchas progresistas y revolucionarias: “Al encontrar bloqueados sus caminos a los centros de la alta cultura –carreras universitarias, profesiones liberales, administración pública–, muchos se convirtieron en revolucionarios socialistas e innovadores democráticos, y unos pocos en sionistas” (Sand, Shlomo. La invención del pueblo judío). Es decir que un puñado de los más reaccionarios y oportunistas de la burguesía judía, los sionistas, decidieron no combatir a la reacción antisemita, sino unirse con ella y aprovecharse del antisemitismo como medio para alcanzar sus propios objetivos. Los sionistas atendieron la llamada de Churchill y los demás reaccionarios de rechazar y combatir la revolución proletaria y servir al imperialismo. Adoptaron toda la ideología seudocientífica de las “razas”, incluso el antisemitismo:
Vemos entonces que todos los fundadores y líderes del sionismo compartían la ideología racista de las burguesías imperialistas de Europa y América del Norte, y además se consideraron parte de la misma “raza blanca” que según esta ideología representaba la “civilización occidental” en lucha contra las “razas inferiores” de las colonias en Asia, África etc. Algunos sionistas incluso plantearon la “superioridad” de los judíos europeos (los Asquenazíes) a los judíos del Medio Oriente:
Y, siendo que el objetivo de los sionistas no era la defensa de los judíos contra la opresión, sino la colaboración con los opresores para establecerse como clase dominante de un Estado nacional judío, no es extraño que expresaran abiertamente su acuerdo con el antisemitismo:
No es extraño tampoco entonces que los sionistas en Alemania tenían una relación amistosa y una colaboración directa con el régimen fascista de Hitler, como vamos a ver en la parte siguiente, o que el genocida Netanyahu hace pocos años pronunció un discurso en defensa de Hitler, con la mentira descarada de que el holocausto no fue idea de Hitler, sino de un palestino.
El sionismo en colaboración con el fascismo alemán Durante el periodo antes de la Segunda Guerra Mundial los sionistas se dedicaron a establecer buenas relaciones con las clases dominantes y sus Estados imperialistas. Como los sionistas no eran más que una secta de intelectuales que querían convertirse en colonizadores, todo su proyecto dependía de convencer a una de las potencias imperialistas para que les diera el territorio y los medios para colonizarlo: preferiblemente el territorio de Palestina. En 1920, con la caída del Imperio Otomano, Palestina fue ocupada por el Imperio Británico. Consiguientemente, los sionistas principalmente se acercaron a los imperialistas británicos para su proyecto. Churchill decía que la creación de un Estado judío en Palestina “desde todo punto de vista sería beneficioso y estaría particularmente en armonía con los más auténticos intereses del Imperio británico”, y el Imperio comenzó con el establecimiento de los asentamientos judíos y la represión violenta de la resistencia palestina. En Alemania, cuando los fascistas hitleristas llegaron al poder, los sionistas querían ante todo ser aceptados por el régimen fascista como partidarios de la misma concepción "racial", declarando su lealtad al Estado imperialista y su régimen. En 1933 la “Asociación Sionista por Alemania” (ZVfD) envió una carta al partido nazi:
Por lo tanto, cuando los judíos no sionistas y otros grupos en el mundo llamaron al boicot contra el régimen fascista en Alemania, los sionistas rechazaron el boicot y ofrecieron al régimen alemán una forma de combatir el boicot: “Un empresario sionista en Palestina hizo una oferta a los alemanes. Los judíos alemanes comprarían mercancías alemanas en Alemania y luego las exportarían a Palestina. El comprador emigraría a Palestina y vendería los bienes para recuperar el precio de compra, menos un porcentaje que el gobierno nazi se quedaría como comisión” (Ibid.). Entonces, en mayo de 1933 los sionistas y el régimen alemán firmaron un Acuerdo de Transferencia para facilitar la exportación de propiedad “judía” de Alemania a Palestina, socavando así los efectos del boicot y facilitando la “limpieza étnica” de Alemania apoyando el proyecto sionista en Palestina. La mayoría de los judíos en el mundo, e incluso algunos sionistas, se opusieron firmemente a esta colaboración con el fascismo alemán, correctamente señalando que para los líderes del sionismo, “el proyecto en Palestina tenía prioridad sobre las necesidades de millones de judíos individuales en todo el mundo. Esas personas no eran más que una ‘reserva de la que recogerían jóvenes inmigrantes para construir su Estado’” (Ibid.) Y esto se confirmó durante todo el periodo del régimen fascista alemán y su genocidio. Los sionistas declararon abiertamente que no estaban interesados en salvar a los judíos de la opresión y el genocidio en Europa, sino sólo en importar una selección de los "mejores" judíos a Palestina para la creación de su Estado sionista. Chaim Weizmann, el futuro primer presidente de Israel, planteó en 1937:
Y el futuro primer ministro de Israel, David Ben-Gurion:
Los sionistas entonces nunca han representado, y nunca puedan representar, a las víctimas del Holocausto; son cómplices del mismo. El genocidio y el fascismo han sido partes integrales de su ideología y política desde el comienzo.
La ocupación de Palestina y la creación del Estado sionista Al final de la Segunda Guerra Mundial, el genocidio contra los judíos en Europa generó las condiciones para obtener el amplio apoyo internacional a la creación del Estado sionista en Palestina. Los sionistas se aprovecharon de la situación para promover el sionismo como un proyecto de “liberación”, y una gran parte de los judíos en el mundo se volvieron sionistas. Ya tenían el apoyo del imperialismo, principalmente del imperialismo yanqui, el cual rápidamente estaba reemplazando al Imperio británico como superpotencia imperialista mayor y necesitaba “Israel” como su avanzadilla en el Medio Oriente; una base política y militar para combatir y contener a los pueblos oprimidos, en pugna y colusión con los demás imperialistas. No obstante, para poder asegurar su Estado “judío”, los sionistas también necesitaban el apoyo de la URSS, un país socialista que contaba con el apoyo del proletariado internacional y los pueblos del mundo, y que también tenía una de las mayores poblaciones judías a nivel mundial. Para conseguir el apoyo de los obreros del mundo y aprovecharse del enorme prestigio global que la URSS tenía después de la guerra mundial, los sionistas fomentaron y utilizaron el llamado “sionismo socialista” o “sionismo de izquierda”. Mientras prometían a los imperialistas un "puesto de avanzada de la civilización occidental", intentaban atraer a los comunistas y a los trabajadores con la promesa de un "Israel socialista". En 1947, una mayoría en la ONU – la URSS incluida - votó a favor de la creación del Estado de Israel. Esta decisión de la URSS, es decir de su Partido Comunista bajo la jefatura del Camarada Stalin, es uno de los problemas ligados a lo que el Partido Comunista del Perú ha señalado en su Línea Internacional: “Para los comunistas y para nuestro Partido hacer el balance de la Internacional Comunista, especialmente de su VII Congreso, ligado a la guerra mundial y al papel del camarada Stalin, es tarea perentoria. En 1943 fue disuelta la Internacional y quedó un Comité de Información.” Hay que recordar que hasta esta decisión en 1947, la URSS había aplicado una firme línea anti-sionista, apoyando la resistencia palestina contra el imperialismo y el sionismo. El llamado “sionismo socialista” o “sionismo laborista” dominó la política del Estado sionista hasta la década 1970. Este supuesto socialismo se realizó en formas orgánicas como los kibutz y los moshav, “comunas” o “cooperativas” agrícolas que en realidad eran órganos corporativos y fascistas; instrumentos para el asentamiento de colonos, construidos en tierras robadas. Un “socialismo” que se basaba en la misma ideología de los socialfascistas y todos los revisionistas contemporáneos del mundo; el embellecimiento del imperialismo – la “civilización occidental” – y el mantenimiento de la explotación y opresión de los pueblos oprimidos. Los líderes del “sionismo socialista”, entre ellos David Ben-Gurion, comenzaron inmediatamente a aplicar la ideología racista y colonialista en la práctica, con la ayuda de los imperialistas:
Y los sionistas plantearon los métodos para esta limpieza étnica:
Así comenzó lo que en árabe se llama la “Nakba” (la catástrofe), es decir el genocidio, desplazamiento y opresión del pueblo palestino por el Estado sionista, que dura ya 76 años y se lleva acabo con el pleno apoyo económico, político y militar del imperialismo, principalmente yanqui.
La lucha palestina de liberación nacional y la lucha de clases Con la realización del proyecto sionista, la nación palestina fue excluida del llamado proceso de “descolonización” después de la Segunda Guerra Mundial, mediante el cual algunas de las colonias se liberaron del control colonial directo, ganando su independencia formal pero en realidad convirtiéndose en semicolonias bajo la continua explotación y opresión del imperialismo. En Palestina, en cambio, los imperialistas decidieron aplicar la misma vieja forma de colonialismo de asentamientos abierto y directo que habían aplicado en las américas, en Sudáfrica etc. El movimiento nacional palestino surgió como parte del nacionalismo árabe de la época, pero bajo las condiciones específicas de la colonización sionista. Y así como en todos los países oprimidos, el movimiento de liberación nacional de Palestina desde el comienzo se ha desarrollado inextricablemente ligado a la lucha de clases, en medio de la lucha entre el proletariado y la burguesía por la dirección del movimiento. La lucha por una dirección proletaria fue socavada y retrasada por el problema de la decisión de la URSS mencionada arriba y por el papel negro del revisionismo y el “sionismo socialista”. En 1967 se fundó el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), que bajo la influencia de la China socialista y el pensamiento mao tse-tung se comprometió a llevar a cabo la lucha palestina como una guerra popular contra el imperialismo y el sionismo, pero al mismo tiempo colaboró con el socialimperialismo soviético, el cual quería utilizar la lucha palestina como ficha de ajedrez en la pugna interimperialista con el imperialismo yanqui. En la autobiografía de Leila Khaled, combatiente del FPLP, se encuentran los siguientes comentarios:
La burguesía palestina por otro lado tiene dos aspectos; un aspecto antiimperialista, de luchar contra el imperialismo y el sionismo, y un aspecto vendepatria, de colaborar con ellos. El imperialismo y los sionistas aplican la política de colaboración con la burguesía palestina burocrática y/o compradora para contener y socavar el movimiento de liberación nacional, y la política de genocidio y represión contra las fuerzas palestinas revolucionarias. Todos los “acuerdos de paz” impuestos por el imperialismo se han realizado a través de la plena colaboración de la burguesía palestina, hoy representada por la “Autoridad Palestina” liderada por Fatah:
Así también, el papel de Hamas debe entenderse en este contexto. El ascenso de Hamás está ligado a la política del imperialismo yanqui – aplicada en Palestina por el Estado sionista - de fomentar los movimientos islamistas en el mundo árabe para utilizarlos como fichas de ajedrez y reemplazar o combatir a los movimientos proletarios. El problema de esta política, en Palestina así como en otros lugares, es que estos grupos islamistas también tienen un aspecto antiimperialista, y se basan en el apoyo de las amplias masas, que son principalmente antiimperialistas y antisionistas.
Después, como vemos ahora, Hamás, por su papel importante en las justas y heroicas acciones armadas contra la ocupación, se convirtió en el enemigo principal de los sionistas. El presidente del FPLP, Ahmad Sa’adat, planteó en 2005: “Tanto la izquierda como los islamistas están por la lucha contra el imperialismo. Por eso es posible construir un frente único con los islamistas”. En conclusión, la heroica e invencible lucha del pueblo palestino sigue avanzando y su forma principal y más avanzada es la de las acciones armadas contra el imperialismo y el Estado sionista; acciones armadas que son justas y sirven a la revolución mundial, independientemente de que estén dirigidas por organizaciones proletarias o burguesas y religiosas. Sin embargo, toda la historia y la actualidad de la lucha palestina confirman que el proletariado organizado es la única clase capaz de dirigir la lucha de liberación nacional y llevarla hasta su fin, y que la lucha contra el revisionismo es decisiva para poder forjar la dirección proletaria que se necesita. En Palestina como en los demás países, el proletariado urgentemente tiene que construir su Partido Comunista como partido de nuevo tipo, marxista-leninista-maoísta y militarizado, para dirigir el frente único como un frente de todas las clases del pueblo y desarrollar la guerra popular hasta la conquista del poder en todo el territorio palestino, desde el río hasta el mar. |