¡Proletarios
de todos los países,
uníos!
"POR UNA LINEA DE CLASE
EN EL MOVIMIENTO FEMENINO
POPULAR"
EL MARXISMO MARIATEGUI Y EL
MOVIMIENTO FEMENINO
|
Comité
Central
Partido Comunista del Perú
1975
Ediciones
Bandera Roja
|
reproducido por
el
MOVIMIENTO POPULAR PERU
|
[Preparado para la
Internet por la revista Sol Rojo]
"POR UNA LINEA DE CLASE
EN EL MOVIMIENTO FEMENINO
POPULAR"
EL MARXISMO MARIATEGUI
Y EL MOVIMIENTO FEMENINO
Segunda Edición: Abril de
1975.
INDICE
Palabras a la reedición
Presentación
EL PROBLEMA FEMENENO Y EL MARXISMO
La teoría de la mujer como "naturaleza
femenina deficitaria"
El desarrollo del capitalismo y el movimiento
femenino
El marxismo y la emancipación de la
mujer
EL PROBLEMA FEMENINO EN MARIATEGUI
La situación de la mujer
Antecedentes históricos de la lucha femenina
Movimiento femenino
La emancipación de la mujer
DESARROLLAR EL MOVIMIENTO FEMININO SIGUIENDO A
MARIATEGUI
Vigencia de Mariátegui
Retomar el camino de Mariátegui
DECLARACION DE PRINCIPIOS
PROGRAMA
PALABRAS A LA REEDICION
La agudización de la lucha de clases de la
década del 60 dio nuevo impulso al desarrollo del
Movimiento Femenino en el país, situación
similar a la que se produjera en el plano internacional. Lo
que va de la presente década muestra evidentemente
que el problema de la emancipación de la mujer se ha
convertido en uno de los temas importantes de la lucha
política; y, los años venideros
acentuarán más la importancia de las masas
femeninas en las grandes luchas que se avecinan.
El año 1975 ha sido declarado por las naciones
unidas "Año Internacional de la Mujer y en el
país" "Año de la Mujer Peruana". Así,
este año será particularmente importante para
la politización y movilización, y
organización de las mujeres; tarea en la cual
contenderán duramente las líneas
burocráticas y democrática para organizar a
las mujeres corporativamente y en beneficio de las clases
explotadoras o democráticamente para servir al
pueblo, repectivamente.
En este contexto y perspectiva, en diciembre
último se han reunido las organizaciones femeninas
que bajo la bandera de Retomar Plenamente el Camino de
Mariátegui luchan desde hace años por
politizar movilizar y organizar a las mujeres de nuestra
patria. Así ha surgido el Comité Coordinador
Nacional del Movimiento Femenino Popular;
iniciándose, en consecuencia, una nueva etapa del
desarrollo de la lucha de las mujeres del país: el
Movimiento Femenino Popular; iniciándose, en
consecuencia una nueva etapa al desarrollo de la lucha de
las mujeres del país: el Movimiento Femenino Popular
ha entrado en la etapa de organizar a nivel nacional.
Una de las tareas de este Comité es la
propagandización y para iniciar la reedita el trabajo
EL MARXISMO, MARIATEGUI Y EL MOVIMIENTO FEMENINO que hace un
año publicara el Centro Femenino Popular de Lima,
cuyos 5 000 ejemplares están totalmente agotados. De
esta forma aportamos a la indispensable y cada día
más urgente construcción
ideológico-política del movimiento femenino en
marcha; y al hacerlo partimos del firme convencimiento de
que sólo aplicando y desarrollando la línea
que sobre emancipación de la mujer en nuestro
país estableciera Mariátegui podremos
construir un verdadero movimiento popular como parte de la
lucha de nuestro pueblo que ha combatido, combate y
combatirá por su liberación.
Con esta publicación iniciamos nuestras EDICIONES
EMANCIPACION DE LA MUJER, serie que servirá
principalmente para tratar los diversos problemas
ideológicos, políticos y organizativos que
plantea la construcción de una organización
fememnina popular. Cuya necesidad y urgencia es notoria y
más si tenemos en cuenta cuán poca
atención se presta a los problemas organizativos de
las masas en el país.
Comité Coordinador Nacional del
Movimiento Femenino Popular
PRESENTACION
El problema de la mujer, el de la emancipación de
la mujer vista la cuestión desde el marxismo, cobra
cada día mayor importancia; una muestra es que la ONU
haya acordado celebrar, en 1975, el año mundial de la
mujer, otras son las múltiples publicaciones que
sobre el particular circulan y, lo que tiene mayor
transcendencia, las movilizaciones crecientes de las masas
femeninas en el mundo entero.
En nuestro país también, desde hace
años, se ve el reimpulso de la movilización
femenina, una de cuyas manifestaciones es la
multiplicación de organizaciones, así como el
notorio y creciente interés por el problema de la
mujer expresado en publicaciones y propaganda. Es que la
mayor incorporación de la mujer al proceso de la
producción y la agudización de la lucha de
clases en el país plantea, evidentemente e1 problema
central de la politización de la mujer como parte
indispensahle de la marcha revolucionaria de nuestro pueblo.
Más aún si recordamos las palabras del gran
Lenin: "el éxito de la revolución depende del
grado en que, participen las mujeres".
Así, para nosotros hoy, en nuestra patria,
resuenan perentorias las tesis de José Carlos
Mariátegui "No se estudia, en nuestro tiempo, la vida
de una sociedad sin averiguar y analizar su base: la
organización de la familia, la situación de la
mujer" y avizorando el porvenir del movimiento femenino: "A
este movimiento no deben ni pueden sentirse extraños
ni indiferentes los hombres sensibles a las grandes
emociones de la época. La cuestión femenina es
una parte de la cuestión humana". Tengamos muy
presentes estas palabras si queremos ser "hombres sensibles
a las emociones de la época", si queremos servir al
proceso revolucionario demacrático-nacional en que
está empeñado nuestro pueblo y aún
espera realización; así preservándonos
de la cómoda indiferencia, la fácil
crítica o el ataque negador, en cuyo fondo late una
profunda incomprensión, apoyando la
movilización de la mujer peruana serviremos realmente
al pueblo y su revolución que nadie más que
él puede cumplir.
Planteadas así las cosas, surge una interrogante
¿qué tipo de movimiento femenino impulsar y
apoyar? Pregunta que tiene vital importancia cuando se
sienta; ampara y difunde el feminismo burgués a
tambor batiente. La respuesta es una y concreta: un
movimiento femenino popular verdadero no puede construirse y
desarrollarse sino desde la posición de la clase
obrera, desde el marxismo, y como partes del movimiento
popular de cuya liberación depende la
emancipación de la mujer. Un movimiento femenino
popular sólo puede surgir, por tanto, sustentado en
el marxismo-leninismo; lo que en nuestra patria quiere decir
basado en el pensamiento de Mariátegui. En
conclusión, el desarrollo del movimiento femenino en
el Perú depende de retomar el camino de
Mariátegui, enarbolar la política que sentara
sobre la emancipación de la mujer y librar esta
batalla idealógico-política como parte de la
polémica por poner el pensamiento de
Mariátegui al mando de nuestro Pueblo. Así
estaremos preservados de feminismo burgués, de
divisionismos que contraponiendo mujeres a hombres quiebran
las organizaciones y escinden a las masas. Así, pues,
sólo adhiriéndose a la política de
Mariátegui sobre la emancipación de la mujer
en particular, será posible crear organizaciones
femeninas y secciones femeninas en los organismos de masas,
como indicara el Amauta para los sindicatos, que fortalezcan
y desarrollen las organizaciones de las masas y sirvan a la
unidad combatiente del pueblo.
Dentro de esta línea se desenvuelve el CENTRO
FEMENINO POPULAR y, como sus hechos prueban, brega
(consciente de la impostergable necesidad de la
politización de la mujer peruana, rezagada por
condiciones sociales opresivas derivadas de nuestra
condición de nación semifeudal y
semicolonial), y lucha por la creación y desarrollo
de un MOVIMIENTO FEMENINO POPULAR del Perú, tarea
cuyo cumplimiento requiere larga y tesonera acción
que hace de la misma una consigna de la labor en que, junto
con otras organizaciones afines de diversos puntos del
país, el CENTRO se halla empeñado. Y, en
síntesis, cómo se concibe este Movimiento al
cual servimos, simple y llanamente como un movimiento
generado por el proletariado en las masas femeninas
caracterizado por adherirse a Mariátegui,
desenvolverse como organización de masas y
ceñirse al centralismo democrático.
EL CENTRO FEMENINO POPULAR seguro de la tarea
común que desarrolla y consciente de la necesidad de
la construcción ideológico-política del
MOVIMIENTO FEMENINO POPULAR por el cual brega, publica el
presente trabajo "EL MARXISMO, MARIATEGUI Y EL MOVIMIENTO
FEMENINO" como aporte al análisis, debate y
establecimiento de las bases del verdadero proceso de
politización, movilización y
organización de la mujer peruana que está en
marcha. Está seguro que el debate se abre para
quienes quieren debatir clara y abiertamente y que las masas
oyen a los que afirman no a los que solamente niegan, como
enseñara Mariátegui; y que si bien el camino
es largo en él no habrá norte si no nos
sustentamos en una clara y definida política sobre la
emancipación de la mujer y, para nosotros como para
la mujer peruana en general, ésta no puede ser otra
que retomar y desarrollar el camino de
Mariátegui.
Tal el espíritu que nos anima y si logramos
impulsar la polémica desde la posición del
proletariado sirviendo a la politización de la mujer
peruana, bien empeñado y retribuído con creces
estará nuestro esfuerzo; por lo demás, la
propagación de las ideas del proletariado nunca se
pierde, por más que el tiempo separe la cosecha de la
siembra, dijo Lenin. A esto nos adherimos con fe en la mujer
peruana y en nuestro pueblo.
CENTRO FEMENINO POPULAR
EL MARXISMO, MARIATEGUI Y EL
MOVIMIENTO FEMENINO.
I.
EL PROBLEMA FEMENINO Y EL MARXISMO
El problema femenino es una cuestión importante
para la lucha popular. Y su importancia es hoy mayor porque
se intensifican acciones tendientes a la movilización
de las mujeres; movilización necesaria y
fructífera desde la posición de la clase
obrera y al servicio de las masas populares, pero que
impulsada por y en beneficio de las clases explotadoras
actúa como elemento de divisionismo y freno de la
lucha popular.
En este nuevo período de politización de
las masas femeninas en el cual nos desenvolvemos, teniendo
como base una mayor participación económica de
las mujeres en el país, es indispensable prestar
seria atención al problema femenino en tanto estudio
e investigación, incorporación política
y consecuente labor organizativa. Tarea que plantea tener
presente la gran tesis de Maráategui que
enseña : "LAS MUJERES COMO LOS HOMBRES SON
REACCIONARIAS, CENTRISTAS O REVOLUCIONARIAS, NO PUEDEN, POR
CONSIGUIENTE , COMBATIR JUNTAS LA MISMA BATALLA. EN EL
ACTUAL PANORAMA HUMANO LA CLASE DIFERENCIA A LOS INDIVIDUOS
MAS QUE EL SEXO". Así, desde el comienzo, la
necesidad de una comprensión científica del
problema femenino exige partir incuestionablemente de la
Concepción de la clase obrera, del marxismo.
1. La teoría de la mujer como "naturaleza femenina
deficitaria".
A lo largo de los siglos las clases explotadoras han
sostenido e impuesto la pseudo teoría de la
"naturaleza femenina deficitaria", que ha servido para
justificar la opresión que hasta hoy experimentan las
mujeres en las sociedades en que la explotación,
sigue imperando.
Así, la alabanza de los judíos: "Bendito
sea Dios, nuestro Señor y Señor de todos los
mundos, por no haberme hecho mujer" y el conformismo de las
judías que rezan: "Bendito sea el Señor que me
ha creado según su voluntad", expresan claramente el
menosprecio del mundo antiguo por la condición de la
mujer. Estas ideas también predominaron en el
esclavismo griego; el famoso Pitágoras decía:
"Hay un principio bueno que ha creado el orden, la luz y el
hombre y un principio malo que ha creado el caos, las
tinieblas y la mujer"; y hasta el gran filósofo
Aristóteles sentenció: "La hembra es hembra en
virtud de cierta falta de cualidades", y "El carácter
de las mujeres padece de un defecto natural".
Estos planteamientos pasaron al período final del
esclavismo romano y al medioevo, acentuándose en los
pensadores cristiano el menosprecio a la mujer con
imputaciones de ser ésta fuente de pecado y antesala
del infierno. Tertuliano clamó: « Mujer eres la
puerta del diablo. Has persuadido a aquél a quien el
diablo no se atrevía a atacar de frente. Por tu culpa
tuvo que morir el hijo de Dios; deberías ir siempre
vestida de duelo y de harapos"; y Agustín de Hipona:
"La mujer es una bestia que no es firme ni estable".
Mientras aquéllos condenaban otros sentenciaron la
inferioridad y obediencia femeninas; así Pablo de
Tarso, el apóstol, predicó: "El hombre no ha
sido sacado de la mujer, sino la mujer del hombre; y el
hombre no ha sido creado para la mujer, sino la mujer para
el hombre", y "Así como la iglesia está
sometida a Cristo, así sean sumisas en toda cosa las
mujeres a su marido". Y cientos de años
después, en el siglo XIII, Tomás de Aquino
prosiguió igual prédica: "El hombre es la
cabeza de la mujer, del mismo modo que Cristo es la cabeza
del hombre" y "Es un hecho que la mujer está
destinada a vivir bajo la autoridad del hombre y que no
tiene autoridad por sí misma".
La comprensión de la condición femenina no
avanzó mayormente con el desarrollo del capitalismo,
pues si bien Condorcet apunta a señalar su
raíz social al decir: "Se ha dicho que las
mujeres...carecían del sentimiento de justicia, y que
obedecían antes a su sentimiento que a su conciencia
...esa diferencia ha sido causada por la educación y
la existencia social, no por la naturaleza", y el gran
materialista Diderot escribía: "Os compadezco
mujeres" y "en todas las costumbres la crueldad de las leyes
civiles se ha unido a la crueldad de la naturaleza en contra
de las mujeres. Han sido tratadas como seres
imbéciles"; Rousseau, avanzado ideólogo de la
revolución francesa estampó: "Toda la
educación de las mujeres debe ser relativa a los
hombres... La mujer esta hecha para ceder al hombre y
soportar sus injusticias". Esta posición burguesa se
proyecta hasta la época del imperialismo
reaccionarizándose cada vez más; la que unida
a posiciones cristianas y reiterando viejas tesis sentencia
a través de Juan XXIII: "Dios y la naturaleza dieron
a la mujer diversas labores que perfeccionan y complementan
la obra encargada a los hombres".
Así vemos como a través del tiempo las
clases explotadoras han predicado la "naturaleza femenina
deficitaria". Sustentándose en concepciones
idealistas han reiterado la existencia de una "naturaleza
femenina" independiente de las condiciones sociales,
ésta no es sino parte de la tesis
anticientífica de la "naturaleza humana"; pero a esta
llamada "naturaleza femenina", esencia eterna e invariable,
se le añade el adjetivo "deficitaria" para indicar
que la condición de la mujer y su opresión y
tutelaje es producto de su "natural inferioridad frente al
hombre". Con esta pseudo teoría se ha intentado
mantener y "justificar" el sometimiento de la mujer.
Finalmente, es conveniente señalar que incluso un
notable pensador materialista como Demócrito
tenía prejuicios frente a la mujer ("Mujer ducha en
lógica: algo espantable"; "La mujer es mucho mas
pronta que el varón para pensar mal"). Y que la
defensa de la misma se basaba en argumentos
metafísicos o religiosos (Eva quiere decir vida y
Adán tierra; creada después del hombre, la
mujer ha sido mejor terminada que él). Y que incluso
la burguesía, cuando era clase revolucionaria, solo
concibió a la mujer en referencia al hombre, no como
un ser independiente.
2. El desarrollo del capitalismo y
el movimiento femenino.
El desarrollo del capitalismo va a incorporar a la mujer
al trabajo dando bases, condiciones para que pueda
desarrollarse; así con la incorporación al
proceso productivo las mujeres tendrán la posibilidad
de unirse más directamente a la lucha de clases y a
la acción combatiente. El capitalismo llevó a
las revoluciones burguesas y en esta fragua las masas
femeninas, especialmente trabajadoras, avanzarán.
La revolución francesa, la más avanzada de
las que la burguesía condujo, fue un buen caldo de
cultivo para la acción femenina. Las mujeres se
movilizaron junto a las masas y participando en los clubes
políticos desarrollaron acción revolucionaria;
en estas luchas organizaron una "Sociedad de Mujeres
Republicanas y Revolucionarias" y a través de Olimpia
de Gouges, en 1789 piden una "Declaración de Derechos
de la mujer" y crean periódicos como "El impaciente"
para reivindicar su condición. En el desarrollo del
proceso revolucionario las mujeres conquistaron la
supresión del derecho de primogenitura y
abolición de los privilegios de masculinidad,
obtuvieron igual derecho de sucesión que los varones
y consiguieron el divorcio. Su participación
combatiente dio algunos frutos.
Pero contenido el gran impulso revolucionario a las
mujeres se les niega el acceso a los clubes
políticos, se combate su politización y se las
recrimina predicando su vuelta al hogar, se les dice:
"¿Desde cuándo les está permitido a las
mujeres abjurar de su sexo y hacerse hombres? La naturaleza
ha dicho a la mujer: Sé mujer. Tus trabajos son el
cuidado de la infancia, los detalles del hogar y las
diversas inquietudes de la maternidad". Más
aún, con la reorganización burguesa que inicia
Napoleón, con el Código Civil, la mujer casada
vuelve a ser sometida a tutela, cae bajo el dominio del
marido en su persona y en sus bienes; se niega la
indagación de la paternidad; se quita a la casada
derechos civiles, como a las prostitutas; y se les prohibe
el divorcio y el derecho de enajenar sus propiedades.
En la revolución francesa ya se puede ver con
claridad cómo el avance de las mujeres y su retroceso
están ligados a los avances y los retrocesos del
pueblo y la revolución. Esta es una lección
importante: La identidad de intereses del movimiento
femenino y la lucha popular, como aquél es parte de
ésta.
Asimismo esta revolución burguesa muestra
cómo las ideas sobre la mujer siguen un proceso igual
al político; frenado y combatido el ascenso
revolucionario surgieron ideas reaccionarias sobre la mujer:
Bonald sostuvo "El hombre es a la mujer lo que la mujer es
al niño"; Comte, tenido como "padre de la
sociología", planteó que la femineidad es una
suerte de continua infancia y que esa infanticida
biológica se expresa en debilidad intelectual; Balzac
escribió: "El destino de la mujer y su única
gloria es hacer latir el corazón de los hombres. La
mujer es una propiedad que se adquiere por contrato, un bien
mueble, porque la posesión vale un título ; en
fin, hablando propiamente, la mujer no es más que un
anexo del hombre". Todo este reaccionarismo se
sintetizó en las siguientes palabras de
Napoleón: "La naturaleza quiso que las mujeres fuesen
nuestras esclavas... Son nuestra propiedad ...; la mujer no
es más que una máquina para producir hijos";
personaje para quien la vida femenina debía
orientarse por "Cocina, Iglesia, Hijos", lema al que Hitler
se adhiriera en este siglo.
La revolución francesa enarboló sus tres
principios de libertad, igualdad y fraternidad y
prometió justicia y reivindicar al pueblo. Bien
pronto mostró sus limites y que sus declaraciones
principistas no eran sino declaraciones formales, a la vez
que sus intereses de clase se contraponían a los de
las masas; la miseria, el hambre y la injusticia siguieron
reinando, aunque bajo nuevas formas. Contra este orden de
cosas se lanzaron los utópicos con una crítica
demoledora y sagaz aunque, por las condiciones
históricas, no pudieran llegar a la raíz del
mal. Los socialistas utópicos también
condenaron la condición de la mujer bajo el
capitalismo; Fourier, representante de esta posición
señaló: "El cambio de una época
histórica puede determinarse siempre por la actitud
de progreso de la mujer... el grado de emancipación
femenina constituye la pauta natural de la
emancipación general".
Frente a esta gran afirmación es bueno contraponer
el pensamiento del anarquista Proudhon sobre la mujer, y
tener presente sus ideas hoy que se quiere presentar a los
anarquistas como ejemplo de visión y consecuencia
revolucionarias y se les propagandiza a los cuatro vientos.
Sostenía Proudhon que la mujer es inferior al hombre
por su fuerza física, intelectual y moralmente, y que
en su conjunto representado numéricamente, la mujer
tiene un valor de 8/27 del valor del hombre. Así para
este paladín la mujer representa menos de un tercio
del valor del hombre; esto no es sino expresión del
pensamiento pequeño burgués de su autor,
raíz común de todo anarquismo.
A lo largo del siglo XIX, con su creciente
incorporación al proceso productivo, la mujer
siguió desarrollando su lucha en pro de sus
reivindicaciones uniéndose al movimiento sindical y
revolucionario del proletariado, un ejemplo de esta
participación fue Luisa Michel, combatiente de la
Comuna de París de 1871. Pero el movimiento femenino
en general fue orientado hacia el sufragismo, a la lucha por
obtener el voto para las mujeres, tras la falsa idea de que
consiguiendo votos y posiciones parlamentarias se
reivindicarían sus derechos; así se
canalizó la acción feminista hacia el
cretinismo parlamentario. Sin embargo, es bueno recordar que
el voto no fue alcanzado gratuitamente sino que en el siglo
pasado y comienzos de este lucharon abierta y decididamente
para conseguirlo. La lucha por el voto femenino y su
consecución demuestran una vez más, que si
bien ésta es una conquista no es el medio que permite
una transformación verdadera de la condición
de la mujer.
El siglo XX implica un mayor desarrollo de la
acción económica femenina, las obreras
aumentan masivamente, así como las empleadas a
quienes se suman fuertes contingentes de profesionales; las
mujeres incursionan en todos los campos de la actividad. En
este proceso tienen gran importancia las guerras mundiales
que incorporan millones de mujeres a la economía en
sustitución de los hombres que son movilizados al
frente. Todo esto impulsa la movilización,
organización y politización de las mujeres; y
a partir de los años 50 se reinicia con mayor fuerza
la lucha femenina que se amplia en los años 60 con
una gran perspectiva para el futuro.
En conclusión, el capitalismo mediante la
incorporación económica de la mujer sienta
bases para su movilización reivindicativa; pero el
capitalismo sólo es capaz de dar una igualdad
jurídica formal a las mujeres, en modo alguno puede
emanciparlas; esto está demostrado por toda la
historia de la burguesía, clase que incluso en su
más avanzada revolución, la francesa del siglo
XVIII, no pudo avanzar mas allá de una
reivindicación formal. Más aún el
desarrollo posterior a los procesos revolucionarios
burgueses y el siglo XX demuestran que no solamente la
burguesía no puede dar la emancipación a las
masas femeninas sino que con el desarrollo del imperialismo
la Concepción burguesa frente a la condición
femenina se reaccionariza cada vez más y remacha la
opresión social, económica, política e
ideológica sobre las mujeres aunque la pinte y
camufle de mil maneras.
3. El marxismo y la emancipación de la mujer.
El marxismo, la concepción de la clase obrera,
concibe al hombre como un conjunto de relaciones sociales
históricamente variables que cambian en
función del proceso social. Así, pues, el
marxismo es absolutamente contrario a la tesis de la
"naturaleza humana" como realidad eterna, inmutable al
margen de las condiciones sociales, posición que es
la del idealismo y de la reacción. La posición
marxista implica también la superación del
materialismo mecanicista (de los viejos materialistas
anteriores a Marx y Engels) que incapaz de comprender el
carácter histórico social del hombre como
transformador de la realidad, recaía insensiblemente
en concepciones metafísicas o espiritualistas, tal el
caso de Feuerbach.
Así como el marxismo considera el hombre como una
concreta realidad históricamente generada por la
sociedad, tampoco acepta la tesis de la "naturaleza
femenina", pues ésta no es sino complemento de la
llamada "naturaleza humana" y, por tanto, reiteración
de que la mujer es una naturaleza eterna e inmutable; con el
agravante, como viéramos, de que el idealismo y la
reacción entienden por "naturaleza femenina" una
"naturaleza deficitaria e inferior" a la del hombre.
Para el marxismo, así como el hombre, la mujer no
es sino un conjunto de relaciones sociales
históricamente conformadas y cambiante en
función de las variaciones de la sociedad en su
proceso de desarrollo; la mujer es pues, un producto social
y su transformación exige la transformación de
la sociedad.
Cuando el marxismo enfoca el problema femenino lo hace,
por tanto, desde una posición materialista y
dialéctica, desde una concepción
científica que si permite una cabal
comprensión. En el estudio, investigación y
comprensión de la mujer y su condición, el
marxismo trata el problema femenino en relación con
la propiedad, la familia y el Estado, ya que en el proceso
histórico la condición de la mujer y su
ubicación histórica esta íntimamente
ligada a estas tres cuestiones.
Un extraordinario ejemplo de análisis concreto del
problema femenino, desde estos puntos de vista, lo tenemos
en el "Origen de la familia, la propiedad privada y el
Estado" de F. Engels, quien señalando la
sustitución del derecho materno por el paterno, como
inicio des sometimiento femenino, escribía:
"Así, pues, las riquezas, a medida que iban en
aumento, daban, por una parte, al hombre una posición
más importante que a la mujer en la familia y, por
otra parte hacían que naciera en él la idea de
valerse de esta ventaja para modificar en provecho de sus
hijos el orden de herencia establecido... Aquella
revolución -una de las más profundas que la
humanidad ha conocido- no tuvo necesidad de tocar ni a uno
solo de sus miembros vivos de la gens. Todos los miembros de
ésta pudieron seguir siendo lo que hasta entonces
habían sido. Bastó decir sencillamente que en
lo venidero los descendientes de un miembro masculino
permanecerían en la gens, pero los de un miembro
femenino saldrían de ella, pasando a la gens de su
padre. Así quedaron abolidos la filiación
materna y el derecho hereditario materno,
sustituyéndolos la filiación masculina y el
derecho hereditario paterno. Nada sabemos de cómo se
produjo esta revolución en los pueblos cultos, pues
se remonta a los tiempos pre-históricos... El
derrocamiento del derecho materno fue la GRAN
DERROTA HISTÓRICA DEL SEXO FEMENINO EN TODO EL MUNDO.
El hombre empuñó también las
riendas de la casa; la mujer se vio degradada, convertida en
la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un
simple instrumento de reproducción". (El
subrayado es nuestro).
Este párrafo de Engels sienta la tesis fundamental
del marxismo sobre el problema femenino: la condición
de la mujer se sustenta en las relaciones de propiedad, en
la forma de propiedad que se ejerce sobre los medios de
producción y en las relaciones productivas que sobre
aquéllas se levantan. Esta tesis del marxismo es
importantísima pues sienta que la opresión
anexa a la condición femenina tiene como raíz
la formación, surgimiento y desarrollo del derecho de
propiedad sobre los medios de producción y que por
tanto, su emancipación esta ligada a la
destrucción de tal derecho. Es indispensable, pues
para una comprensión marxista del problema femenino,
partir de esta gran tesis y hoy más que nunca cuando
supuestos revolucionarios y hasta autotitulados marxistas,
pretenden hacer surgir la opresión femenina no de la
formación y surgimiento de la propiedad sino de la
simple división del trabajo en función de los
sexos que habría atribuido a la mujer
ocupación menos importante que al hombre
reduciéndola al ámbito doméstico. Este
planteamiento pese a toda la propagandización e
intento de presentarlo como revolucionario, no es sino la
sustitución de la posición marxista sobre la
emancipación de la mujer por planteamientos burgueses
que en esencia son nuevas formas de la supuesta "naturaleza
femenina" inmutable.
Desarrollando este punto de partida materialista
dialéctico, Engels enseña cómo sobre
esa base se instituyó la familia monogámica de
la cual dice: "Fue la primera forma de familia que no se
basaba en condiciones naturales, sino económicas,
y concretamente en el triunfo de la propiedad privada sobre
la propiedad común primitiva, originada
espontáneamente. Y:"Por tanto, la
monogamia no aparece de ninguna manera en la
historia como una reconciliación entre el hombre y la
mujer, y menos aun como la forma más elevada de
matrimonio. Por el contrario, entra en escena bajo la
forma del esclavizamiento de un sexo por el otro, como
la proclamación de un conflicto entre los sexos,
desconocido hasta entonces en la pre-historia". (El
Origen... El subrayado es nuestro).
Luego de sentar que la propiedad privada sustenta la
forma familiar monogámica, que sanciona la
opresión de la mujer, Engels establece la
correspondencia de las tres formas fundamentales de
matrimonio con los tres grandes estadios de evolución
humana: salvajismo y matrimonio por grupos; barbarie y
matrimonio sindiasmico; civilización y monogamia "con
sus complementos, el adulterio y la prostitución".
Así, los clásicos del marxismo desarrollan las
tesis sobre la condición social históricamente
variable de la mujer y su ubicación en la sociedad;
señalando como la condición femenina
está íntimamente relacionada con la propiedad,
la familia y con el Estado que es el aparato que organiza
legalmente aquellas relaciones y las impone y sostiene por
la fuerza.
Este planteamiento científico sistematizado por
Engels es producto del análisis marxista de la
condición de la mujer a través de la historia
y el más elemental estudio comprueba plenamente la
certeza y vigencia de estos planteamientos, que son el
fundamento y punto de partida de la clase obrera para la
comprensión del problema femenino. Hagamos un
recuento histórico que nos sirva a ejemplificar lo
sentado por Engels y los clásicos.
En la comunidad primitiva sobre una división
natural del trabajo basada en la edad y el sexo, los hombres
y las mujeres desenvolvían sus vidas en una
espontánea igualdad y participación de la
mujer en las decisiones del grupo social; más
aún, las mujeres estaban rodeadas de respeto y
consideración, trato deferente y hasta privilegiado.
Iniciado el aumento de riquezas que resalta la
posición del hombre en la familia e
impulsándose la sustitución del derecho
materno por el paterno comienza la posposición de la
mujer y su resquebrajamiento cuyos ecos llegan hasta el
mismo Esquilo, el gran trágico griego, quien en su
obra "Las Euménides" escribiera: "No es la madre
quien engendra eso que se llama su hijo; ella es sólo
la nodriza del germen depositado en su entraña; quien
engendra es el padre. La mujer recibe el germen como una
depositaria extraña, y lo conserva si así
place a los dioses".
Así en el esclavismo griego la condición
femenina es de sometimiento e inferioridad social y objeto
de menosprecio. De ellas se decía: "El esclavo carece
absolutamente de la libertad de deliberar; la mujer tiene
pero de manera débil e ineficaz"
(Aristóteles); "La mejor mujer es aquella de la cual
menos hablan los hombres" (Pericles); y la respuesta del
marido a su mujer que indaga sobre los negocios
públicos: "No es cosa tuya. Calla si no quieres que
te pegue... Sigue tejiendo". (Aristofanes, Lysistrata).
¿Qué realidad expresaban estas palabras? Las
mujeres en Grecia estaban en una perpetua minoría de
edad: bajo el poder del tutor ya sea el padre, el marido, el
heredero del marido o del Estado, su vida transcurrió
bajo permanente tutela ; se le proveía una dote
matrimonial para que tuviera de qué vivir y no
padeciera hambre y en algunos casos se le autorizaba el
divorcio; por lo demás estaba reducida al gineceo en
la casa y en la sociedad bajo el control de autoridades
especiales. La mujer podía heredar a falta de
descendiente varón directo, en cuyo caso debía
casarse con el pariente de mas edad dentro del genes
paterno; así no heredaba directamente sino que era
una transmisora de herencia; todo en resguardo de la
propiedad familiar.
La condición de la mujer en Roma, también
sociedad esclavista, permite una mejor comprensión de
aquélla como derivada de la propiedad, de la familia
y del Estado. Después del reinado de Tarquino y
afirmado el derecho patriarcal, la propiedad privada y por
tanto, la familia (gens) deviene base de la sociedad : la
mujer quedará sujeta al patrimonio y a la
familia; quedo excluída de todo "oficio viril",
de la vida pública y es una "menor civil"; no se le
niega directamente la herencia, pero se le somete a
tutoría. Sobre este punto dijo Gayo, el jurista
romano: "La tutela ha sido establecida en el interés
de los mismos tutores, a fin de que la mujer de la cual son
presuntos herederos no pueda arrebatarles su herencia por
testamento, ni empobrecerla por medio de enajenaciones o
deudas". La raíz patrimonial de la tutela que sobre
la mujer se impone quedó pues claramente expuesta y
definida.
Después de la XII Tablas, el hecho de que la mujer
perteneciese a la gens paterna y la gens conyugal
(también por estrictas razones de resguardo de la
propiedad), generó conflictos que fueron la base del
avance de la "emancipación legal" de la romana.
Aparece el matrimonio "sine manu": sus bienes permanecen
bajo la dependencia de sus tutores y el esposo sólo
tiene derecho sobre su persona y aún comparte este
poder con el "pater familias" que conserva una autoridad
absoluta sobre su hija. Y surge un tribunal doméstico
para resolver las discrepancias que puedan surgir entre
padre y marido; así la mujer puede recurrir ante el
padre por sus desavenencias con el marido y viceversa: "ya
no es ella la cosa del individuo".
Sobre esta base económica (su participación
en la herencia aunque tutoriada) y sobre la contienda entre
los derechos de las gens paterna y marital sobre la mujer y
sus bienes se desarrolla una mayor participación de
las romanas en su sociedad, pese a todas las restricciones
legales: se sienta en el "atrium", es el centro de la casa,
preside el trabajo de los esclavos, dirige la
educación de los niños y tiene influencia
sobre ellos hasta edad bien avanzada; comparte trabajos y
problemas del cónyuge y es considerada copropietaria
de sus bienes. Concurre a fiestas y en la calle se le cede
el paso, incluso por cónsules y lictores. El peso de
las romanas en su sociedad se refleja en la figura de
Cornelia, la madre de los Gracos.
Con el desarrollo social romano, el Estado desplaza la
contienda entre las gens, asumiendo las disputas sobre la
mujer, el divorcio, el adulterio, etc., que pasaron a
ventilarse en tribunales públicos aboliendo el
tribunal doméstico. Posteriormente se abolirá,
como consecuencia de exigencias económicas y
sociales, la tutela sobre la mujer, bajo la
legislación imperial. A la mujer se le fija una dote
propia (un patrimonio particular) que no vuelva a los
agnados (parientes paternos) ni pertenece al marido;
así, se le da una base económica para su
independencia y desenvolvimiento. Al final de la
República a la madre se le reconoció derechos
sobre sus hijos dándosele la custodia de los mismos
por mala conducta del padre o por ser sometido a tutela.
Bajo el emperador Marco Aurelio, en el año 178, se
da gran paso en el proceso de propiedad y familia: los hijos
son declarados herederos de la madre con preferencia a los
agnados; así la familia se funda sobre el
vínculo consanguíneo y la madre surge como la
igual del padre frente a los hijos, los hijos se reconocen
también como hijos de la mujer; y derivado de lo
anterior, la hija hereda igual que sus hermanos varones.
Pero a la vez que el Estado "emancipa" a la mujer de la
familia la somete a su tutela y restringe su acción.
Y simultáneamente al ascenso social de la mujer, en
Roma se inició una campaña antifemenina
invocando su inferioridad y para reducirla legalmente se
invocó la "imbecilidad y fragilidad del sexo".
En Roma, pues, la mujer tuvo una mejor condición
social que en Grecia y adquirió respeto y hasta gran
influencia en la vida social, como se refleja en las
palabras de Caton: "En todas partes los hombres gobiernan a
las mujeres, y nosotros, que gobernamos a todos los hombres,
somos gobernados por nuestras mujeres". La historia romana
tiene destacadas mujeres enaltecidas desde las Sabinas,
pasando por Lucrecia y Virginia hasta Cornelia. Las
críticas a las féminas, no en cuanto mujeres
sino a las contemporáneas, se desarrolló a
fines del siglo I y en el II de nuestra era; así
Juvenal les reprochaba: lujuria, glotonería,
dedicarse a ocupaciones de hombres y apasionarse por la caza
y los deportes.
La sociedad romana reconoció algunos derechos a
las mujeres, especialmente el derecho de propiedad, pero no
les abrió la actividad civil ni mucho menos la
pública, actividades que desarrollaron "ilegalmente"
y en forma restringida ; por ello las matronas romanas
("perdidas sus virtudes antiguas") tendieron a buscar en
otros campos el uso de sus energías.
En el hundimiento del esclavismo y el desarrollo de la
feudalidad hay que tener en cuenta la influencia del
cristianismo y el aporte germano al considerar la
situación femenina. El cristianismo contribuyó
no poco a la opresión de la mujer; en los padres de
la Iglesia hay un definido menosprecio hacia las mujeres a
quienes consideraban inferiores, siervas del hombre y
fuentes del mal. A lo ya dicho basta añadir la
condena de San Juan Crisóstomo, santo de la Iglesia
Católica: "No hay ninguna bestia salvaje tan
dañina como la mujer". Bajo esta influencia se mitiga
y luego niega los avances de la legislación
romana.
Las sociedades germanas basadas en
la guerra dieron a la mujer situación secundaria por
su menor fortaleza física y fuerza; pero, no obstante
era respetada y tenía derechos que hacían de
ella una asociada de su cónyuge. Recuérdese lo
que Tácito escribió al respecto: "en la paz y
en la guerra comparte su suerte; vive con él, y con
él muere".
Cristianismo y germanismo influenciaron la
condición de la mujer en la feudalidad. La mujer se
hallaba en situación de dependencia absoluta respecto
del padre y del marido; en tiempos del rey Clovis "el
mundium pesa sobre ella durante toda su vida". Las mujeres
desenvuelven su vida totalmente sometidas al señor
feudal aunque protegidas por las leyes "como propiedad del
hombre y madre de hijos"; su valor aumenta con la fecundidad
valiendo el triple de un hombre libre, valor que pierde
cuando ya no puede ser madre: la mujer es un útero
reproductor.
En la feudalidad también se aprecia la
evolución de la condición femenina, como en
Roma, en función de la restricción de los
derechos de los señores y del aumento del poder real:
el mundium pasa de los señores al rey; el mundium se
convierte en una carga para el tutor, pero se mantiene el
sometimiento de la tutelada.
En los tiempos convulsos de la formación del
feudalismo la condición de la mujer es incierta; no
estando claramente deslindados los derechos de
soberanía y propiedad, los públicos y
privados, la condición de la mujer es cambiante y
elevada o rebajada, según las contingencias
sociales.
Primero se les niega los derechos privados, pues la mujer
no tiene derechos públicos. Hasta el siglo XI la
fuerza y las armas imponen el orden y sustentan directamente
la propiedad: para los juristas feudo "es una tierra que se
tiene con cargo de servicio militar" y la mujer no
podía tener derecho feudal pues no podía
defenderla por las armas ni prestar servicio militar. Cuando
los feudos se tornan patrimonio y son hereditarios (de
conformidad con normas germánicas las mujeres
también pueden heredar), se admite la sucesión
femenina; pero esto no mejora su condición: la mujer
necesita un tutor que haga valer sus derechos, así el
marido es quien lleva el feudo y lo usufructúa. La
mujer es sólo el instrumento a través del cual
se transmite el dominio, como en Grecia.
La propiedad feudal no es familiar como en Roma, es del
soberano, del señor, y la mujer también
pertenece al soberano, él es quien le escoge esposo.
Como se ha escrito "una heredera es una tierra y un
castillo: los pretendientes se disputan esa presa, y la
joven a veces sólo tiene 12 años, o menos
aún, cuando su padre o señor la da en regalo a
cualquier barón". La mujer necesita de un
señor que la "ampare" y haga valer sus derechos;
así una Duquesa de Borgoña clamaba al rey: "Mi
marido acaba de morir, pero ¿de qué sirve el
duelo...? Encontradme un marido que sea poderoso, porque lo
necesito mucho para defender mis tierras". De esta forma el
cónyuge tenía gran poder marital sobre la
mujer a la que trataba sin consideración, maltrataba,
abofeteaba, etc. y del cual sólo se requería
que "castigue razonablemente", como hoy algunos
códigos exigen en la corrección de los
hijos.
La concepción guerrerista imperante hacía
que el caballero medieval prestara más
atención a sus caballos que a su cónyuge y los
señores predicaban: "maldito sea el caballero que va
a pedir consejo a una dama cuando debe participar en un
torneo"; a la vez que se apostrofaba a las mujeres: "Entrad
en vuestros apartamentos pintadas y doradas, sentaos en la
sombra, bebed, comed, bordad, teñid la seda, pero no
os ocupéis de nuestros asuntos. Nuestros asuntos
consisten en luchar con la espada y el acero.
¡Silencio!". Así menospreciaba y marginaba el
mundo medieval de los señores a sus
féminas.
En el siglo XIII se desarrolló un movimiento de
mujeres letradas, el que desplazándose del
Mediodía al Norte las prestigió; el mismo que
estuvo ligado al amor caballeresco y al marianismo intenso
de esa época. Pero "si la cortesía dulcifica
la suerte de la mujer, no la modifica profundamente", como
dice S. de Beauvoir en "El segundo sexo" libro donde se
encuentra abundante información sobre la historia de
la mujer; datos que son útiles, claro está, al
margen de la concepción existencialista de su autora.
Ya que no son las ideas las que cambian la condición
femenina en lo fundamental, sino las bases económicas
que les sirven de sustento. Cuando el feudo pasa de ser
derecho basado en el servicio militar a tornarse
obligación económica, se da una
reinvindicación de la condición de la mujer,
pues ésta es perfectamente hábil para cumplir
una obligación monetaria; así se suprime el
derecho señorial de casar a sus vasallos y se
extingue la tutela sobre la mujer.
De esta forma, soltera o viuda, la mujer tiene los
derechos del hombre; si posee un feudo lo gobierna y cumple
sus funciones administrativas y hasta comanda su defensa
participando en los combates. Pero la sociedad feudal, como
todas las basadas en la explotación, requiere del
sometimiento femenino en el matrimonio y sobrevive el poder
marital: "el esposo es el tutor de la esposa", se predica; o
como decía Beaumanoir: "Tan pronto como el matrimonio
ha sido consumado, los bienes de uno y otro son comunes por
virtud del matrimonio", justificando el tutelaje
marital.
En la sociedad feudal, como en otras al mando de
explotadores, esclavismo, o capitalismo lo dicho sobre la
condición de la mujer ha regido y rige; pero es
necesario destacar que sólo en la condición de
las mujeres pobres se nota una situación diferente y
suavizada frente al poder marital; la raíz de esta
situación hay que verla en la participación
económica de las mujeres de las clases populares y en
la carencia de grandes bienes.
El desarrollo del capitalismo lleva a la
descomposición de la feudalidad, situación que
imprime sus huellas en la condición de la mujer, como
ya señaláramos. Sólo cabe destacar que
en el inicio y desenvolvimiento de los burgos, la mujer
tomaba parte en las elecciones de diputados para los Estados
Generales; lo que nos muestra la participación
política femenina, así como la existencia de
derechos sobre los bienes familiares, pues el marido no
podía enajenar los inmuebles sin consentimiento de la
mujer. Sin embargo, la legislación absolutista bien
pronto va a frenar estas normas para combatir la
difusión del mal ejemplo burgués.
Esta exposición histórica ejemplifica la
tesis de Engels y los clásicos sobre la raíz
social de la condición de la mujer y sus relaciones
con la propiedad, la familia y el Estado, sirve a comprender
su certeza y ayuda a ver con mayor nitidez su vigencia. Todo
esto nos lleva a una conclusión, la necesidad de
adherir firmemente a las posiciones de la clase obrera y
aplicarlas para comprender la problemática femenina y
participar en su solución y a rechazar, perentoria y
constantemente, las tergiversaciones de las tesis marxistas
sobre esta cuestión en concreto y a combatir los
supuestos desarrollos superados que no son sino intentos de
sustituir la concepción proletaria por la burguesa,
en este frente, para desorientar el movimiento femenino en
marcha.
Expuesta la condición social de la mujer y el
esbozo histórico de su desarrollo ligado a la
propiedad, la familia y el Estado, resta tratar el problema
de la EMANCIPACION DE LA MUJER desde la posición del
marxismo.
El marxismo sostiene fundadamente que el desarrollo del
maquinismo incorpora a la mujer, así como a los
niños al proceso productivo, con lo cual multiplica
los brazos a explotar, destruyendo la familia obrera,
degenerando físicamente a la mujer y
hundiéndola material y moralmente en las miserias de
la explotación.
Carlos Marx analizando el trabajo femenino e infantil
escribió: "La maquinaria; al hacer inútil la
fuerza del músculo, permite emplear obreros sin
fuerza muscular o sin un desarrollo físico
completo, que posean, en cambio, una gran flexibilidad en
sus miembros. El trabajo de la mujer y el niño
fue, por tanto, el primer grito de la aplicación
capitalista de la maquinaria. De este modo aquel
instrumento gigantesco creado para eliminar trabajo y
obreros, se convertía inmediatamente en medio de
multiplicación del numero de asalariados,
colocando a todos los individuos de la familia obrera, sin
distinción de edad ni sexo, bajo la dependencia
inmediata del capital. Los trabajos forzados al servicio del
capitalista vinieron a invadir y usurpar no sólo el
lugar reservado a los juegos infantiles, sino también
el puesto de trabajo libre dentro de la esfera
doméstica y, a romper con las barreras morales,
invadiendo la órbita reservada incluso al mismo
hogar.
"El valor de la fuerza de trabajo no se determina ya por
el tiempo de trabajo necesario para el sustento del obrero
adulto individual, sino por el tiempo de trabajo
indispensable para el mantenimiento de la familia obrera. La
maquinaria, al lanzar al mercado de trabajo a todos los
individuos de la familia obrera, distribuyó entre
toda su familia el valor de la fuerza de trabajo de su jefe.
Lo que hace por tanto, es despreciar la fuerza de trabajo
del individuo.... Como se ve, la maquinaria amplía
desde el primer momento, no sólo el material humano
de explotación, la verdadera cantera del capital,
sino también su grado de explotación.
" Al abrir las puertas de las fábricas a las
mujeres y a los niños, haciendo que éstos
fluyan en gran número a las filas del personal obrero
combinado, la maquinaria rompe por fin la resistencia que el
obrero varón oponía aún, dentro de la
manufactura, al despotismo del capital". (El Capital, Tomo I
Págs. 323 y siguientes. Fondo de Cultura
Económica, año 1966. Las palabras en negrita
están en cursiva en el original).
Prosiguiendo en su magistral análisis el mismo
Marx nos describe cómo el capitalismo utiliza en su
beneficio hasta las virtudes femeninas y sus obligaciones: "
Mr. E. fabricante, me informó que en sus telares
mecánicos empleaba exclusivamente mujeres, dando
preferencia a las casadas, y sobre todo a las que
tenían en casa una familia que vivía o
dependía de su salario, pues éstas eran mucho
mas activas y celosas que las mujeres solteras;
además, la necesidad de procurar a su familia el
sustento las obligaba a trabajar con mayor ahínco. De
este modo, las virtudes características de la mujer
revierten en perjuicio suyo: toda la pureza y dulzura de su
carácter se convierte en instrumento de tortura y
esclavitud (Nota 57 del tomo referido de El Capital; Pag.
331, edición citada).
Pero así como el capitalismo con la
incorporación de la mujer a la producción
amplia su explotación, simultáneamente con
este proceso se da una base material real para que la mujer
luche por reivindicar derechos y es un punto de partida para
que combata por su emancipación ; pues como
enseñaba Engels en " El origen ..."; "La
manumisión de la mujer exige, como condición
primera, la reincorporación de todo el sexo femenino
a la industria social, lo que a su vez requiere que se
suprima la familia individual como unidad económica
de la sociedad" (el subrayado es nuestro). Y evidentemente,
el capitalismo, con sus propios intereses futuros, sienta
bases para la futura emancipación de la mujer,
así como al desarrollarse crea, también, la
clase que ha de destruirlo, el proletariado.
Por otro lado la participación económica y
el desarrollo de la lucha de clases impulsan la
POLITIZACIÓN DE LA MUJER. Ya destacamos cómo
la revolución francesa impulsó el desarrollo
político y organizativo de las mujeres y cómo
uniéndolas, movilizándolas y
haciéndolas combatir sentó bases para el
movimiento femenino; vimos también cómo las
reivindicaciones femeninas fueron alcanzadas a través
des ascenso revolucionario, y cómo fueron conculcados
sus derechos y barridas sus conquistas cuando se
frenó y reaccionarizó el proceso. Sin embargo,
con todo lo positivo que tuvo la incorporación
femenina a la revolución francesa, la
politización de la mujer resultante no es sino
elemental, restringida y pequeñísima comparada
con el grandioso avance que implica la politización
de las mujeres por la clase obrera, ¿Qué implica
ésta politización? Al incorporar el
capitalismo masivamente a las mujeres al proceso
económico las arranca de las cuatro paredes
domésticas, para atraerlas en su inmensa
mayoría, a la explotación fabril
convirtiéndolas en obreras; así las mujeres se
forjan y desarrollan como parte constituyente de la clase
más avanzada y última de la historia; la mujer
inicia su radical proceso de politización a
través de su incorporación a la lucha sindical
(el gran cambio que esto implica lo vemos en concreto en
nuestra patria en la transformación que se opera en
las obreras, campesinas y maestras del Perú, en medio
de la lucha sindical); la mujer adviene a formas mas
desarrolladas de organización, va siendo ganada y
formada ideológicamente por la concepción del
proletariado y, finalmente, arriba a las formas superiores
de la lucha y organización políticas
incorporándose, a través de sus mejores
exponentes, a las filas del partido de la clase obrera, para
servir al pueblo en todas las formas y frentes de lucha que
organiza y dirige la clase obrera mediante su vanguardia
política. Este proceso de politización que
sólo es capaz de producir el proletariado y el nuevo
tipo de mujeres combatientes que genera se ha concretizado
en múltiples y gloriosas luchadoras cuyos nombres
registra la historia: Luisa Michel, N. Krupskaya, Rosa
Luxemburgo, Liu Ju-lan y otras cuya memoria guardan el
pueblo y el proletariado.
Para el marxismo ayer como hoy la politización de
la mujer es el problema clave de su emancipación, y a
ella los clásicos le prestaron especial
atención. Marx enseñaba: " Cualquiera que
conozca algo de historia sabe que los grandes cambios
sociales son imposibles sin el fermento femenino. El
progreso social puede medirse exactamente por la
posición social del sexo débil". (Carta a
kugelmann, 1856). Y para Lenin la participación de la
mujer es mucho mas urgente e importante para la
revolución: "La experiencia de todos los movimientos
liberadores confirma que el éxito de la
revolución depende del grado en que participen las
mujeres"(Subraya nuestra).
Así, el desarrollo de la lucha de clases y su
agudización, cada día mayor, a la vez que las
condiciones sociales concretas de la lucha revolucionaria,
bajo las condiciones del imperialismo, plantean y exigen
más perentoriamente la politización de la
mujer; por eso el mismo Lenin, en plena Primera Guerra
Mundial y previendo futuras batallas de la clase obrera en
función de las cuales hay que prepararse, llamaba a
combatir por: "17. Abolición de todas las
limitaciones sin excepción de los derechos
políticos de la mujer en comparación con los
derechos del hombre. Explicación a las masas de la
especial urgencia de esta transformación en unos
momentos en que la guerra y la carestía inquietan a
las amplias masas populares y suscitan en la mujer de manera
particular el interés y la atención hacia la
política". Y planteaba: "...es necesario que
desarrollemos plenamente una labor sistemática entre
estas masas femeninas. Debemos educar a las mujeres que
hayamos conseguido sacar de la pasividad, debemos
reclutarlas y armarlas para la lucha, no sólo a las
proletarias que trabajan en las fábricas o se afanan
en el hogar, sino también las campesinas, a las
mujeres de las distintas capas de la pequeña
burguesía. Ellas también son víctimas
del capitalismo". Con estas palabras exigía Lenin la
politización de la mujer, la lucha por la
reivindicación de los derechos políticos, la
necesidad de explicar a las masas la urgencia de la
incorporación política de la mujer, la
necesidad de trabajar con ellas, educándolas,
organizándolas y preparándolas para todas las
formas de lucha; finalmente destacaba el orientarse hacia
las obreras pero sin olvidar la importancia de las
campesinas y recordar a las distintas clases o capas de
mujeres que soportan explotación, pues todas ellas
pueden y deben ser movilizadas para la lucha popular.
De lo expuesto se ve, que la politización de la
mujer ha sido planteada por el marxismo desde sus inicios,
concibiendo la lucha femenina como solidaria con la lucha de
la clase obrera; de ahí que Bebel en el siglo pasado
dijera que "la mujer y el trabajador tienen en común
su condición de oprimidos", y que en el Congreso
Socialista de 1879 proclamara la igualdad de los sexos y la
necesidad de luchar por ella, reiterando la solidaridad del
movimiento femenino revolucionario y la lucha de la clase
obrera. O como hoy proclama China con mayor
precisión, siguiendo la tesis de Mao Tsetung: " La
emancipación de las mujeres forma parte de la
liberación del proletariado ». (Pekín
Informa, N° 10-1972).
Esto nos lleva a plantearnos : ¿COMO CONSEGUIR LA
EMANCIPACIÓN DE LA MUJER?
Investigando la sociedad capitalista y donde impera la
explotación y opresión en general, Engels
comprobaba que existen la miseria, la desigualdad, el
sometimiento entre los hombres y resaltando el problema
femenino puntualizaba: "No es mejor el estado de cosas en
cuanto a la igualdad del hombre y de la mujer... Su
desigualdad legal, que hemos heredado de condiciones
sociales anteriores, no es causa sino efecto, de la
opresión económica de la mujer". Y
prosiguiendo: "La mujer no podrá ser emancipada si no
toma parte en gran medida social en la producción y
solo vuelve a ser reclamada en medida insignificante por el
trabajo doméstico. Y esto no ha sido posible sino en
la gran industria moderna, que no sólo admite en gran
escala el trabajo de la mujer, sino que lo exige
fatalmente".
Esta afirmación de Engels, sacada de contexto y
sin relacionarla con otras del mismo "Origen de la
familia..." sirve a algunos, seudomarxistas y
tergiversadores, para violentando las ideas de aquél
sostener que basta la incorporación de la mujer al
proceso económico para que se produzca su
emancipación. Engels plantea que la
incorporación de la mujer al proceso productivo es
condición, esto es base sobre la cual la mujer
actúa en pro de su emancipación, y que
ésta exige acabar socialmente con el trabajo
doméstico que absorbe y anquilosa a las mujeres. Lo
que para Engels implica destruir la propiedad privada sobre
los medios de producción y desarrollar la gran
producción basada sobre la propiedad social de los
medios productivos. Es bueno estar muy claros en cuanto a la
tesis de Engels, repetimos, pues hoy se pretende buscar
amparo en este clásico para distorsionar la
posición marxista sobre el problema femenino y
pregonar, en beneficio de las clases explotadoras, la simple
y llana participación de la mujer en el proceso
económico ocultando la raíz de la
opresión femenina que es la propiedad privada y
soslayar la gran producción social basada en la
destrucción de la propiedad privada.
Previendo esta tergiversación, como en otros
casos, los clásicos analizan el problema de si la
incorporación de la mujer al proceso productivo, que
el capitalismo iniciara, es capaz de hacer iguales realmente
a hombres y mujeres. La respuesta concisa y contundente nos
la dio una vez mas Mao Tsetung en la década del 50:
"LA VERDADERA IGUALDAD ENTRE EL HOMBRE Y LA MUJER SOLO PUEDE
ALCANZARSE EN EL PROCESO DE LA TRANSFORMACIÓN
SOCIALISTA DE LA SOCIEDAD EN SU CONJUNTO".
Lenin investigó la situación de la mujer
bajo la democracia burguesa y la comparó con la que
tenía bajo la dictadura del proletariado;
análisis que lo llevó a establecer: "Desde
tiempos lejanos, los representantes de todos los movimientos
liberadores en Europa occidental, no durante decenios, sino
durante siglos, propugnaron la abolición de estas
leyes anticuadas y reivindicaron la igualdad jurídica
de la mujer y del hombre, pero ningún Estado
democrático europeo, ni siquiera las
repúblicas mas avanzadas, han conseguido realizar
esto, porque donde existe el capitalismo, donde se mantiene
la propiedad privada de las fábricas, donde se
mantiene el poder del capital, los hombres siguen gozando de
privilegios.
" Desde los primeros meses de su existencia, el Poder
Soviético, como poder de los trabajadores,
realizó el cambio radical más decidido en la
legislación referente a la mujer. En la
República Soviética no ha quedado piedra sobre
piedra de todas las leyes que colocaban a la mujer en una
situación de dependencia. Me refiero precisamente a
las leyes que utilizaban de modo especial la
situación desventajosa de la mujer, haciéndola
víctima de la desigualdad de derechos y a menudo
hasta de humillaciones, es decir a las leyes sobre el
divorcio, sobre los hijos naturales y sobre el derecho de la
mujer a demandar judicialmente del padre alimentos para el
sostenimiento del hijo", (Las tareas del movimiento obrero
femenino en la República Soviética).
De este análisis comparativo se extrae la
conclusión de que solamente la revolución que
lleva al poder a la clase obrera en alianza con el
campesinado es capaz de sancionar la verdadera igualdad
jurídica entre hombres y mujeres y más
aún hacerla cumplir. Sin embargo, como el mismo Lenin
enseñaba, esta real igualdad jurídica que
inicia la revolución no es sino el comienzo de una
larga lucha por la plena y completa igualdad ante la vida
entre hombres y mujeres: "Pero cuanto más nos
deshacemos del fárrago de viejas leyes e
instituciones burguesas, tanto más claro vamos viendo
que sólo se ha descombrado el terreno para la
construcción, pero no se ha comenzado la
construcción misma".
"La mujer continúa siendo esclava del hogar, a
pesar de todas las leyes liberadoras, porque está
agobiada, oprimida, embrutecida, humillada por los
pequeños quehaceres domésticos, que la
convierten en cocinera y en niñera, que malgastan su
actividad en un trabajo absurdamente improductivo, mezquino,
enervante, embrutecedor y fastidioso. La palabra
emancipación de la mujer no comenzará sino en
el país y en el momento en que empiece la lucha en
masa (dirigida por el proletariado dueño del Poder
del Estado) contra esta pequeña economía
doméstica, o más exactamente, cuando empiece
su transformación en masa en una gran
economía socialista". (Una Gran Iniciativa; lo
subrayado en cursiva en el original).
Así Lenin y Mao Tsetung respondieron
anticipadamente a las tergiversaciones oportunistas y
seudodesarrollos del marxismo que hoy pretenden torcer las
tesis de Engels y confundir la posición de la clase
obrera sobre la cuestión femenina.
El marxismo concibe la lucha por la emancipación
de la mujer como una lucha larga aunque victoriosa : " Esta
es una lucha prolongada, que requiere una radical
transformación de la técnica social y de las
costumbres. Pero ésta lucha terminará con la
plena victoria del comunismo". (Lenin, con motivo del
Día Internacional de la Obrera).
Lo anterior, en esencia, muestra la identidad de lucha
que hay entre el movimiento femenino revolucionario y la
lucha de la clase obrera por la construcción de una
nueva sociedad; y, además, sirve para comprender el
sentido de las palabras que Lenin estampara, llamando a las
obreras a desarrollar las instituciones y medios que la
revolución ponía a su alcance: "Decimos que la
emancipación de los obreros debe ser obra de los
obreros mismos y de igual modo LA EMANCIPACIÓN DE LAS
OBRERAS DEBE SER OBRA DE LAS OBRERAS MISMAS" (Las
tareas...).
Estas son las tesis centrales del marxismo sobre el
problema de la emancipación, la politización y
la condición de la mujer; posiciones que preferimos
transcribir en su mayor parte, mediante citas de los
clásicos, por cuanto estos planteamientos no son
suficientemente conocidos y porque además fueron
magistral y concisamente expresados por sus propios autores
los que nos releva de la tarea de pretender darles una nueva
redacción máxime si tenemos en cuenta su plena
y completa vigencia. Por otro lado, las tergiversaciones que
hoy se intenta de las posiciones marxistas referentes a la
cuestión femenina exige, también, el difundir
las propias palabras de los clásicos.
Finalmente, es indispensable, aunque sólo sea de
paso, hacer notar que Marx, Engels, Lenin y Mao Tsetung
plantean la tesis de la emancipación de la mujer y no
de la liberación femenina como se puede apreciar de
las citas transcritas. Sobre el particular, baste decir que
el análisis de la condición de la mujer a
través de la historia nos presenta a ésta como
sujeta a tutela y en una situación de sometimiento
con respecto al varón. lo que hace de la mujer un ser
que, perteneciendo a la misma clase del cónyuge o del
hombre a la que está relacionada, se encuentra en una
situación de inferioridad ante aquél,
rebajamiento que las leyes consagran e imponen; concordante
con esta situación de minusvalía, a lo largo
de la historia vemos cómo ha debido reivindicar sus
derechos para lograr una igualdad formal con el hombre bajo
el dominio capitalista, y como sólo la lucha
revolucionaria triunfante bajo dirección del
proletariado es capaz de sentar y hacer cumplir una real
igualdad jurídica de hombres y mujeres, aunque, como
viéramos, la igualdad plena ante la vida, como dijera
Lenin, se desarrollará a medida que se desenvuelve la
gran producción socialista. Estas simples
observaciones muestran la certeza de la tesis de la
emancipación de la mujer la que se concibe como parte
de la liberación del proletariado. En tanto que la
tesis de la liberación femenina históricamente
aparece como una tesis burguesa en cuyo fondo se oculta la
contraposición de hombres y mujeres por el sexo y se
camufla la raíz de la opresión de la mujer;
hoy vemos como se desenmascara cada vez más la
liberación femenina como feminismo burgués,
que apunta a la división del movimiento popular
apartando del mismo a las masas femeninas y que busca
principalmente oponerse al desarrollo del movimiento
femenino bajo la guía y conducción de la clase
obrera.
II.
EL PROBLEMA FEMENINO EN MARIATEGUI
Hace 50 años Mariátegui con su aguda
visión revolucionaria caló la importancia del
problema femenino en el país y su perspectiva ("Laten
en el Perú las primeras inquietudes feministas...");
a esta cuestión dedicó dos importantes
trabajos, " La Mujer y la Política" y " Las
Reivindicaciones Feministas", a mas de múltiples
aportes que se encuentran en sus escritos. A esta fuente es
indispensable remontarse porque en ella está la
posición de la clase obrera peruana frente a la
cuestión femenina; más aún, si esta
problemática es una faceta poco conocida y estudiada
de la obra mariateguiana.
José Carlos Mariátegui nos
enseñó: "No se estudia, en nuestro tiempo, la
vida de una sociedad, sin averiguar y analizar su base: la
organización de la familia, la situación de la
mujer"; e investigando el naciente movimiento feminista
peruano decía: "A este movimiento no deben ni pueden
sentirse extraños ni indiferentes los hombres
sensibles a las grandes emociones de la época. La
cuestión femenina, es una parte de la cuestión
humana".
Tengamos presente, pues, que desde su surgimiento
político la clase obrera del país
prestó atención a la situación de la
mujer, estableciendo a través de su gran
representante su posición frente a aquélla,
así como brindó apoyo combatiente a las luchas
femeninas como lo prueba la solidaridad de textiles y
choferes con las obreras de la compañia A. Field, el
año 26.
¿Cual fué el desarrollo femenino que atrajo
tan certera atención? La situación de la mujer
en el país ha sufrido notorio cambio especialmente en
este siglo y en particular después de la I y II
Guerras Mundiales. Si bien la condición de la
campesina ha variado más lentamente, la de sus
hermanas devenidas obreras y profesionales ha experimentado
más rápida y profunda modificación.
Evidentemente la presencia de la mujer en nuestra sociedad
ha ido conquistando posiciones cada vez más
ampliamente.
En el siglo pasado la acción y la obra literaria
de Clorinda Matto de Turner, Mercedes Cabello de Carbonera y
Margarita Práxedes Muñoz, destacan la
presencia femenina sobre un fondo de millones de campesinas,
trabajadoras y mujeres, a la vez que anónimas,
sujetas a dura opresión social de raigambre feudal.
La mujer peruana del siglo pasado tenía mínimo
acceso a los estudios, y cuando se le permite seguir
estudios secundarios las normas educacionales van a
establecer para ella un curriculum mediatizado conformado
por el último grado de la primaria de los varones y
algunos cursos secundarios de los que éstos
seguían. El abandono de la educación femenina
se expresa claramente en que si bien había
instituciones privadas que la atendían o preparaban
para el ingreso a la Universidad, recién en 1928 se
abrió en Lima el " Colegio Nacional de Mujeres de
Lima"; hasta entonces la capital no había tenido un
plantel de este carácter. Es bueno destacar como en
la parte final del siglo pasado algunas educadoras se
preocupaban de la educación de las mujeres,
planteando su renovación: exige superar la
errónea concepción de "educarlas sólo
para el matrimonio, pues hace pensar que es su único
fin sobre la tierra", que su educación no debe estar
en manos de monjas las que habiendo abandonado el mundo no
pueden formar buenas mujeres, y que es necesario acabar con
el error de que la señorita o señora que
trabaja decae socialmente, a la vez que demandan y crean
nuevos centros educacionales: en esta labor destacó
Teresa Gonzalez de Fanning.
Asimismo la educación universitaria les estaba
vedada, recién en la década del 90 del siglo
pasado, se registra su presencia en la Universidad; y
sólo en 1908 se autorizó a las mujeres
ingresar y optar grado en las universidades y ejercer
profesiones. En la educación nítidamente se
ve, pues, el menosprecio de la mujer y su
postergación social. Pero con las transformaciones
del siglo XX se van ampliando las posibilidades de estudio y
de profesionalización de las mujeres, siendo el
magisterio la profesión a la que más acuden;
sólo a partir de la Segunda Guerra Mundial se
registra una diversificación profesional femenina.
Las universitarias que a comienzos del siglo se contaban con
los dedos de la mano, llegan al presente casi al 30% de los
universitarios del país.
Pero lo que realmente va a implicar un cambio profundo,
radical y de larga perspectiva es la incorporación de
la mujer a la producción fabril: en este siglo
comienza a producirse la proletarización de la mujer
peruana al compás de la introducción de la
máquina y el desarrollo del capitalismo
burocrático, dándose en nuestro medio, con sus
condiciones específicas, la situación que
describe Marx y que hemos transcrito en la primera parte de
este trabajo. Con la incorporación productiva de la
mujer como obrera, se abre paso el proceso de la
politización proletaria de las masas femeninas
peruanas; se inicia la participación femenina en los
sindicatos, las mujeres se adhieren a la lucha por salarios,
jornada de ocho horas y condiciones de trabajo, participan
en las luchas populares junto a los obreros en las acciones
contra la carestía de la vida y el alza de precios,
desarrollan su comprensión ideológica y,
finalmente las mujeres del país en medio del combate
revolucionario advienen en militantes políticas de la
clase obrera.
El proceso de desarrollo político de la mujer
peruana, paralelo a su incorporación laboral,
dió grandes aportes a la lucha de clases del
país en el primer tercio de este siglo, entre cuyos
hitos merece destacar la lucha que por las ocho horas
libraron los obreros agrícolas de Huaral, Barranca,
Pativilca y Huacho en la que ofrendaron su vida cinco
obreras, en el año 1916, sellando con su sangre la
adhesión a su clase. Asimismo su participación
en las grandes acciones contra el alza de precios y la
carestía de la vida, de mayo de 1919; acciones en las
que las trabajadoras organizaron un Comité Femenino a
fin de canalizar sus luchas de apoyo y acordaron: "Hacer un
llamamiento a todas las mujeres sin distinción de
clases para que cooperen con su acción a la
defensa de los derechos de la mujer peruana"; en esta
gran lucha las mujeres se enfrentaron a las fuerzas
policiales en su mitin del 25 en el que luego, de imponerse
a la represión policial sangrienta, proclaman las
siguientes conclusiones:
" Las mujeres de Lima, pueblos circunvecinos y
campesinos reunidos en gran comicio público el
domingo 25 de mayo de 1919 en el Parque Neptuno, teniendo en
consideración:
"Que no es posible tolerar por mas tiempo, la
situación de miseria a que la carestía de las
subsistencias y alquileres de habitación y todo lo
necesario para la vida ha reducido al pueblo;
"Que la mujer peruana, al igual de la de todos los
pueblos civilizados, ha comprendido su alta misión de
intervenir en la resolución de los problemas
economico-sociales que la afectan;
" Han acordado:
" 1°- Hacer suyas las conclusiones del mitin popular
realizado en la Alameda de los Descalzos el 4 del pte.
" 2°- En caso de no ser aceptadas dichas
conclusiones, proclamar un paro general femenino en todos
los ramos, dejando la fecha a juicio del Comité
Masculino Pro-Abaratamiento de las Subsistencias".
(Martínez de la Torre, Apuntes para una
interpretación marxista de la historia social del
Perú, Tomo I, Lima 1947. Las subrayas son
nuestras.)
Otro capítulo de esta historia en la lucha
femenina fué la librada por el Socorro Rojo contra la
persecución, represión, prisión y
política de sangre que desencadenó la
dictadura de Sánchez Cerro, en defensa de los
derechos y libertades del pueblo especialmente del
proletariado.
En estas luchas indicadas a más de la
politización de la mujer o, más estrictamente,
como índice de una correcta perspectiva, debe
destacarse que en ellas las masas femeninas libraron sus
acciones íntimamente unidas a los intereses populares
que son los suyos y en directa adhesión y apoyo de
las luchas de la clase obrera que es su clase.
En síntesis, el camino recorrido por las mujeres
peruanas en este siglo y en la parte final del anterior,
está signado por su incorporación a la
producción en forma amplia y bajo el capitalismo
burocrático que impulsa el imperialismo
norteamericano y por la ampliación de su acceso a los
estudios, especialmente universitarios. Siendo éstas
las bases sobre las cuales se incubarán los primeros
ímpetus feministas en el país, fenómeno
que Mariátegui registra en las siguientes
palabras:
"El feminismo no ha aparecido en el Perú
artificial ni arbitrariamente. Ha aparecido como
consecuencia de las nuevas formas del trabajo intelectual y
manual de la mujer. Las mujeres de real
filiación feminista son las mujeres que trabajan, las
mujeres que estudian. La idea feminista prospera entre las
mujeres de oficio intelectual o de oficio manual:
profesoras, universitarias, obreras. Encuentra un ambiente
propicio a su desarrollo en las aulas universitarias, que
atraen cada vez más a las mujeres peruanas y en los
sindicatos obreros, en los cuales las mujeres de las
fábricas se enrolan y organizan con los mismos
derechos y los mismos deberes que los hombres. Aparte de
este feminismo de diletantes un poco pedante y otro poco
mundano. Las feministas de este rango convierten el
feminismo en un simple ejercicio literario, en un mero
deporte de moda". (Las Reivindicaciones Feministas; las
subrayas son nuestras).
Sobre esta base es que Mariátegui elaboró
en el país la posición del proletariado
peruano sobre la cuestión femenina estableciendo la
línea general a seguir en este problema, para quien
quiera desarrollar desde el marxismo. Veamos los problemas
básicos de esta posición.
1. La situación de la mujer.
El punto de partida del estudio del problema femenino,
desde la posición del proletariado peruano, exige
tener presente que Mariátegui representa en el
país la aplicación de la verdad universal del
marxismo-leninismo a las condiciones concretas de un
país atrasado y oprimido, aplicación que lo
lleva a sentar científicamente el carácter
semifeudal y semicolonial de nuestra sociedad en cuyo seno
se desenvuelve una revolución
democrática-nacional desde el año 1928 a
través de un largo y sinuoso proceso cuya etapa
superior aún está pendiente. Este es el
sustento y guía del pensamiento de Mariátegui
y a partir de estas consideraciones hay que tratar todos los
problemas y políticas por él establecidas,
entre ellas la referente al problemas femenino.
Así, pues, Mariátegui parte del
carácter semifeudal y semicolonial de la sociedad
peruana para enjuiciar la situación de la mujer; esto
ya implica que él rechaza desde el inicio la caduca
teoría de la "naturaleza femenina", concibiendo a la
mujer como una situación o condición que
deriva de la estructura de la sociedad en que se desenvuelve
y destacando el carácter dinámico, cambiante
de la situación femenina señala el papel
transformador que tiene el trabajo en la condición de
la mujer en tanto a ubicación social e idea sobre
ella. El párrafo siguiente es muy expresivo en
éste y otros puntos.
" Más si la democracia burguesa no ha
realizado el feminismo, ha creado involuntariamente las
condiciones y premisas morales y materiales de su
realización. La ha valorizado como elemento
productor, como factor económico, al hacer de su
trabajo un uso cada día más extenso y
más intenso. El trabajo muda radicalmente la
mentalidad y el espíritu femenino. La mujer adquiere,
en virtud del trabajo, una nueva noción de sí
misma. Antiguamente, la sociedad destinaba a la mujer al
matrimonio o a la barraganía. Presentemente, la
destina, ante todo, al trabajo. Este hecho ha cambiado y ha
elevado la posición de la mujer en la vida".
Así queda claro, para el proletariado peruano, que es
la sociedad la que da una condición a la mujer y no
ninguna malhadada naturaleza, que la condición
femenina es variante y que es el trabajo el que está
imprimiendo un gran salto en la posición y en la
concepción de la mujer. Este es el punto de partida
mariateguiano a la vez que arremete contra la
reducción biologista de la mujer a simple
reproductora, y las emprende contra los mitos rosa que
sólo sirven taimadamente a remachar su
opresión : "La defensa des la poesía del hogar
es, en realidad, una defensa de la servidumbre de la mujer.
En vez de ennoblecer y dignificar el rol de la mujer, lo
disminuye y lo rebaja. La mujer es algo más que una
madre y que una hembra, así como el hombre es algo
más que un macho". (A Las Reivindicaciones ...,
pertenecen los últimos dos párrafos; y en
éstos como en los que transcribirán las
subrayas nos pertenecen).
Desarrollando la tesis de la raíz social de la
condición femenina, Mariátegui sienta la
diferencia entre latinas y sajonas estableciendo la
conexión causal entre fondo feudal y manera de ser y
variación de la mujer: "La latina vive con
más prudencia, con menos pasión. No tiene esta
ansia de verdad. La española sobre todo, es muy cauta
y muy práctica. Waldo Frank, precisamente, la ha
definido con precisión admirable. "La mujer
española -ha escrito- es pragmatista en amor.
Considera el amor como el medio de criar hijos para el
cielo. No existe en Europa mujer menos sensual, menos
amorosa. De muchacha es bonita; fresca esperanza colorea su
tez y agranda sus negros ojos. Para ella, el matrimonio es
el estado más alto a que puede aspirar. Una vez
casada desaparece en ella, cual una estación, la
innata coquetería de la primavera: al momento se
torna juiciosa, gruesa, maternal". (Signos y Obras, Rahab de
Waldo Frank).
Lo dicho sobre la mujer española naturalmente que
se extiende a la latinoamericana y dentro de ella a la del
país, y muestra la mentalidad femenina que genera el
antiguo y presente trasfondo semifeudal aún no
superado. Pero a más de esto, analizando las
relaciones entre el imperialismo y las naciones oprimidas en
América, Mariátegui destaca la mentalidad
extranjerizante que el dominio yanqui imprime en la
mentalidad femenina : "La burguesía limeña
fraterniza con los capitalistas yanquis, y aún con
sus simples empleados, en el Country Club, en el Tennis y en
las calles. El yanqui desposa, sin inconveniente de raza ni
religión, a la señorita criolla, y ésta
no siente escrúpulo de nacionalidad ni de cultura en
preferir el matrimonio con un individuo de la raza invasora.
Tampoco tiene este escrúpulo la muchacha de la clase
media. La "huachafita" que puede atrapar un yanqui empleado
de la Grace o de la Foundation, lo hace con la
satisfacción de quien siente elevarse su
condición social". (Punto de vista
antiimperialista).
Así, tipificada la condición femenina en
nuestra sociedad como servidumbre de la mujer se establece
el fondo social semifeudal y semicolonial que es su
raíz, desechándose toda interpretación
sustentada en la llamada "naturaleza femenina
deficitaria".
Sobre esta base Mariátegui pasa al análisis
concreto de las mujeres peruanas pertenecientes a las
diferentes clases; en magistral descripción se pinta
a las obreras: "Si las masas juveniles son tan cruelmente
explotadas, las mujeres proletarias sufren igual o peor
explotación. Hasta hace muy poco, la mujer proletaria
tenía circunscrita su labor a las actividades
domésticas en el hogar. Con el avance del
industrialismo entra a competir con el obrero en la
fábrica, taller, empresa, etc... Así la vemos
en las fabricas textiles, galleterías,
lavanderías, fábricas de envases y cajas de
cartón, jabones, etc., en que desempeñando las
mismas funciones que el obrero, desde el manejo de la
máquina, hasta la más mínima
ocupación, gana siempre de 40% a 60% menos que el
varón. Al mismo tiempo que la mujer se adiestra para
desempeñar funciones en la industria, penetra
también en las actividades de oficinas, casas
comerciales, etc., compitiendo siempre con el hombre y con
gran provecho de las empresas industriales, que obtienen una
baja apreciable de los salarios y aumento inmediato de sus
ganancias. En la agricultura y en las minas encontramos a la
mujer proletaria en franca competencia con el trabajador, y
donde quiera que investiguemos encontramos a grandes masas
de mujeres explotadas, prestando sus servicios en toda clase
de actividades ... En el proceso de nuestras luchas
sociales, el proletariado ha tenido que plantear
reivindicaciones precisas en su defensa; los sindicatos
textiles que son los que hasta hoy más se han
preocupado de este problema aunque no definitivamente, en
más de una ocasión han ido a la huelga, con el
objeto de hacer cumplir disposiciones que, estando
enumeradas en la Ley, los gerentes se han negado a
cumplirlas; tenemos capitalistas (como el "amigo" del obrero
señor Tizon y Bueno) que no han trepidado en
considerar como "delito" el hecho de que una trabajadora
haya dado indicios de que iba a ser madre, " delito" que ha
determinado su despido violento para eludir la disposiciones
de la Ley. En las galleterías, la explotación
de la mujer es inicua". (Manifiesto de la CGTP a la clase
trabajadora del país. Problema de la Mujer; documento
cuya redacción estuvo bajo la dirección de
Mariátegui).
¿ Es valida esta descripción ? Sí ; en
esencia la situación de la obrera es igual: amplia
explotación en cada vez más ramas de la
producción, la que en algunas es verdaderamente
inicua; utilización del trabajo femenino para rebajar
salarios, a más de que éstos son inferiores a
los que se pagan a los obreros; incumplimiento de las leyes
que benefician a las mujeres y oculto antiobrerismo de los
falsos amigos del proletariado. Es también muy
vigente la necesidad de apoyar las conquistas de las
obreras.
Asimismo Mariátegui pasa revista a la
condición de las campesinas indígenas de las
que dice que junto a sus niños y maridos están
obligadas "a la prestación de servicios gratuitos a
los propietarios y a sus familiares, lo mismo que a las
autoridades"; su mísera condición y
ubicación social tiene una raíz: el latifundio
y la servidumbre.
En cuanto a la pequeña burguesía, a
más de destacar las tribulaciones de las mujeres de
esta clase, el análisis de las maestras primarias
sirve a Mariátegui para exponer cómo el medio
social, la cercanía al pueblo y su dedicación
a tiempo completo a la enseñanza, modifica su actitud
y su espíritu abriéndolo para, que en
él prendan "fácilmente los ideales de los
forjadores de un nuevo Estado social", ya que : "Nada la
mancomuna a los intereses del régimen capitalista. Su
vida, su pobreza, su trabajo, las confunde con la masa
proletaria". Planteando dirigirse a ellas pues "en sus filas
reclutará la vanguardia más y mejores
elementos".
2.- Antecedentes históricos de la lucha
femenina.
Como viéramos, para Mariátegui la
industrialización incorpora a la mujer al trabajo y
mediante éste muda su condición y su
espíritu, señalando, como los clásicos,
la doble situación que esto significa: "si la mujer
avanza en la vía de su emancipación en un
terreno democrático burgués, en cambio este
hecho suministra al capitalista mano de obra barata a la par
que un serio competidor al trabajador masculino".
(Manifiesto ya referido). Por otro lado exponiendo que la
revolución francesa contiene elementos del movimiento
feminista, reivindica la figura de Babeuf, dirigente de los
igualitarios, a quien considera "un asertor de las
reivindicaciones feministas" y de quien trae estas
lúcidas palabras : "no impongáis silencio a
este sexo que no merece que se le desdeñe ... Sino
contáis para nada a las mujeres en vuestra
república, haréis de ellas pequeñas
amantes de la monarquía" y "este sexo que la
tiranía de los hombres ha querido siempre anonadar,
de este sexo que no ha sido inútil jamás en
las revoluciones".
Y balanceando el aporte de la Revolución Francesa
a la emancipación femenina en "La Mujer y la
Política" dijo:
"La Revolución Francesa, en cambio,
inauguró un régimen de igualdad
política para los hombres; no para las mujeres. Los
Derechos del Hombre podían haberse llamado,
más bien, Derechos del Varón. Con la
burguesía las mujeres quedaron mucho más
eliminadas de la política que con la aristocracia. La
democracia burguesa era una democracia exclusivamente
masculina. Su desarrollo tenía que resultar, sin
embargo, intensamente favorable a la emancipación de
la mujer. La civilización capitalista dió a la
mujer los medios de aumentar su capacidad y mejorar su
posición en la vida".
Certeramente, pues, se nos planteó lo que la clase
burguesa hace por la mujer: si bien es capaz de dar
condiciones para su desarrollo, es incapaz de emanciparla.
Mariátegui lo sabía muy bien; como que, no
obstante esta limitación, el capitalismo en su
desarrollo va abriendo a la mujer las puertas a las
diferentes actividades, incluída la política,
muy especialmente en el siglo XX tanto que se convierte en
un signo de éste. Desarrollando este planteamiento el
mismo Mariátegui reivindica figuras femeninas y
señala y difunde el aporte que múltiples
mujeres han hecho a la poesía, la novela, el arte en
general, la lucha y la política. Así, nos
enseña como juzgar a las mujeres de las diferentes
clases y a las celebridades, señalando sus
méritos y deméritos e indicando lo principal
en cada caso y, lo que es más importante, destaca su
aporte al avance femenino.
3.- Movimiento Femenino.
Punto central y de gran importancia hoy en el
planteamiento mariateguiano sobre el problema de la mujer
con sus tesis referentes al movimiento femenino,
cuestión en la que se debe destacar tres partes:
feminismo; politización de la mujer y
organización.
En cuanto al FEMINISMO, Mariátegui sostiene que no
aparece "ni artificial ni arbitrariamente" entre nosotros
sino que respondió a la incorporación de las
mujeres al trabajo manual e intelectual; en este punto
destaca principalmente que aquél prospera entre las
mujeres que trabajan y, señalando como ambiente
propicio al desarrollo del movimiento femenino las aulas
universitarias y los sindicatos, plantea la directiva de
orientarnos hacia esos frentes para impulsar la
movilización de la mujer. Aunque debe decidirse que
tal orientación no implica en modo alguno, marginar a
las campesinas; pues si recordamos que Mariátegui
tiene como clase principal de nuestro proceso a la
campesina, no cabrá la menor duda que también
las mujeres campesinas son frente de movilización y,
más aún fuente principal que todo movimiento
femenino ceñido al proletariado aspira alcanzar.
En " Las Reivindicaciones Feministas" Mariátegui
nos plantea la esencia del movimiento femenino: "Nadie debe
sorprenderse de que todas las mujeres no se reúnan en
un movimiento feminista único. El feminismo tiene,
necesariamente, varios colores, diversas tendencias. Se
puede distinguir en el feminismo tres tendencias
fundamentales, tres colores sustantivos: feminismo
burgués, feminismo pequeño burgués y
feminismo proletario. Cada uno de estos feminismos formula
sus reivindicaciones de una manera distinta. La mujer
burguesa solidariza en feminismo con el interés de la
clase conservadora. La mujer proletaria consustancia su
feminismo con la fe de las multitudes revolucionarias en la
sociedad futura. La lucha de clases -Hecho histórico
y no aserción teórica- se refleja en el plano
feminista. Las mujeres, como los hombres, son reaccionarias,
centristas o revolucionarias. No pueden por consiguiente,
combatir juntas la misma batalla. En el actual panorama
humano, la clase diferencia más a los individuos que
en el sexo".
Esta es la esencia de la cuestión femenina: el
carácter de clase de todo movimiento femenino. Y esto
debemos tenerlo presente hoy más que nunca, pues
nuevamente se reimpulsa la organización de las
mujeres; surgen múltiples grupos, los que por general
callan u ocultan el carácter de clase que los
sustenta, esto es, la clase a la cual sirven, y pregonan
desde una unificación de las mujeres por la
reivindicación de sus derechos frente a los hombres,
hasta un servir unidas todas, sin distinción de
clases, a una supuesta transformación social
"humanista, cristiana y solidaria", pasando por modalidades
intermedias de no muy claras o confusas posiciones de clase.
El problema sustantivo es, pues, una vez más
desentrañar la raíz clasista que encierra todo
grupo, organismo, frente o movimiento femenino, para
deslindar posiciones y establecer a quién sirven, si
realmente están o no del lado del pueblo.
Estas cuestiones nos llevan a un problema capital:
conforme a qué principios, a qué criterio de
clase y orientación seguir en la construcción
de un movimiento femenino al servicio del pueblo.
Aquí la posición de Mariátegui es
luminosa y concreta : El feminismo, como idea pura, es
esencialmente revolucionario". Y revolucionario para
él quiere decir, en esencia, proletario; así
todo el movimiento femenino popular que en la teoría
y en la práctica quiera servir realmente al pueblo, a
la revolución, tiene que ser un movimiento femenino
adherido al proletariado, y adherido al proletariado quiere
decir hoy, en nuestra patria, adherido al pensamiento de
Mariátegui.
En lo referente a la POLITIZACIÓN DE LA MUJER. Los
clásicos del marxismo siempre han dado capital
importancia a este punto, pues sin aquélla, es
imposible desarrollar la movilización y
organización de las mujeres, y sin éstas la
mujer no puede combatir junto al proletariado por su propia
emancipación. Siguiendo su gran ejemplo, la clase
obrera peruana a través de Mariátegui
señaló la importancia de la
politización de la mujer, resaltando que su
deficiencia o carencia servía a la
reacción.
" Las mujeres, en su mayor parte, por su exigua o nula
educación política, no son en la lucha
contemporánea una fuerza renovadora sino una fuerza
reaccionaria". (Figuras y aspectos de la vida mundial).
Esto es suficientemente claro, más lo que cabe es
preguntarnos ¿En qué consiste esta
politización? Para el fundador del Partido Comunista:
la incorporación decidida y combatiente de la mujer a
la lucha de clases, su movilización junto a los
intereses populares, su integración a las
organizaciones de clase y del pueblo y la formación
de las propias de las mujeres, su formación en la
ideología de la clase obrera y todo esto en
adhesión, con asesoría y bajo dirección
del proletariado. En síntesis, la
incorporación de la mujer a la política, a la
lucha de clases, bajo la dirección de la clase
obrera.
Sobre la ORGANIZACIÓN DE LAS MUJERES. Para
enfrentar a sus enemigos y luchar por sus intereses de clase
el proletariado no tiene más arma que su
organización, enseña el marxismo; este
principio se aplica al pueblo que sólo es fuerte si
está organizado y, por tanto, también a las
mujeres, la que sólo pueden combatir con éxito
organizadamente.
Como "marxista convicto y confeso", Mariátegui
aplicó estos principios creadoramente. Prestó
especialísima atención a la
organización de las obreras, como se ve de lo
planteado en el "Manifiesto de la CGTP" aludido:
"Todo este cúmulo de "calamidades" que pesa sobre
la mujer explotada no puede resolverse sinó a base de
la organización inmediata. De la misma manera que los
sindicatos tienen que construir sus cuadros juveniles, deben
crear sus secciones femeninas, donde se educarán
nuestras futuras militantes femeninas".
Igual preocupación expresaba Mariátegui
cuando bajo su orientación el estatuto de la referida
Confederación disponía formar una
Comisión Femenina Permanente a nivel de Comité
Ejecutivo. Lamentablemente, estas orientaciones no se han
llevado a la práctica correctamente; ha quedado como
un simple cargo burocrático sindical, llamado
"asuntos femeninos" o una nominación similar, cuando
lo hay, sin que cuajen orgánicamente las secciones
femeninas de los sindicatos, quedando así como tarea
pendiente.
Posteriormente, el 4 de marzo de 1930, el Partido
Comunista aprueba la siguiente moción :
" Primero .- Creación de un Secretariado
Provisional para la organización de la juventud
socialista, bajo el control inmediato del Partido.
"Segundo.- Creación de un Secretariado Provisional
para la organización de las mujeres trabajadoras,
bajo la dirección y control del Partido".
"Tercero.- Ambos secretariados lucharan por la
organización inmediata de los jóvenes de ambos
sexos, por su capacitación política e
ideológica , como etapa de preparación para su
ingreso al P". (Martínez de la Torre, obra citada,
Tomo II ; la subraya es nuestra ).
Aquí se concretó la tesis de
Mariátegui de la necesidad de prestar atención
a la organización femenina, incluso en los niveles
políticos más desarrollados; y se expresa su
posición de que la organización de las mujeres
es, en última instancia, el problema de su
organización bajo la dirección y control de la
clase obrera y su Partido. Tales planteamientos conducen a
la exigencia de interrogarse, ante cada grupo, organismo,
frente o movimiento femeninos: ¿Qué clase,
cómo y para qué organiza a las mujeres?; y
tener presente que estos puntos sólo pueden
resolverse satisfactoriamente, esto es, para la clase y el
pueblo, adhiriéndose a las posiciones de la clase
obrera.
Estas tres cuestiones: feminismo, politización de
la mujer y organización de las mujeres y las tesis
que sobre las mismas ha sentado Mariátegui deben
estudiarse y aplicarse consecuentemente, pues sólo
así se podrá desarrollar un auténtico
movimiento femenino popular.
4.- La emancipación de la mujer.
En este punto también como en los clásicos,
Mariátegui sostiene que con el capitalismo y su
industrialización "la mujer avanza en la vía
de su emancipación", pero en este sistema ni siquiera
consigue la real igualdad jurídica; por ello un
consecuente movimiento femenino busca ir mas allá y
en este camino necesariamente tiene que unirse a la lucha
del proletariado. Esta comprensión llevó al
gran pensador proletario de nuestra patria a sentar: "El
movimiento feminista aparece marcadamente solidarizado con
el movimiento revolucionario"; y que aunque nacido liberal,
el feminismo sólo comenzaba a realizarse con la
revolución :
"Nacido de la matriz liberal, el feminismo no ha podido
ser actuado durante el proceso capitalista. Es ahora, cuando
la trayectoria histórica de la democracia llega a su
fin, que la mujer adquiere los derechos políticos y
jurídicos del varón. Y es la Revolución
Rusa la que ha concedido explícita y
categóricamente a la mujer la igualdad y la libertad
que hace mas de un siglo reclamaban en vano de la
revolución francesa Babeuf y los igualitarios". (Las
Reivindicaciones...).
Y es así que sólo con la
construcción de una nueva sociedad irá
surgiendo paralelamente la nueva mujer que habrá de
ser" substancialmente distinta de la que ha formado la
civilización que actualmente declina" ; y estas
nuevas mujeres se irán forjando en la fragua
revolucionaria y relegando al desván histórico
el viejo tipo de mujer deformado por el viejo sistema de
explotación, que ya se hunde para la verdadera
dignificación de la mujer.
"A medida que el sistema socialista reemplace al sistema
individualista decaerán el lujo y la elegancia
femeninos ... La humanidad perderá algunos
mamíferos de lujo; pero ganará muchas mujeres.
Los trajes de la mujer del futuro serán menos caros y
suntuosos; pero la condición de esa mujer será
digna. Y el eje de la vida femenina se desplazará de
lo individual a lo social ... Una mujer, en suma,
costará menos, pero valdrá más". (La
Mujer y la Política).
A más de estas ideas básica,
Mariátegui se ocupa de otros problemas
íntimamente ligados a la mujer en especial: divorcio,
matrimonio, amor, etc.; los trata con fina ironía y
con agudas críticas toma posición frente a
ellos. Sin embargo, como buen marxista no centra su
atención en los mismos hasta tornarlos
cuestión principal; pues hacer tal cosa es olvidar la
lucha principal y la meta fundamental, a la vez que sembrar
confusión y desorientar la lucha revolucionaria.
Hasta aquí la exposición de las tesis
centrales del pensamiento de Mariátegui sobre el
problema de la mujer, en cuya exposición si hemos
acudido a abundancia de citas ha sido por iguales razones a
las tenidas al plantear la posición marxista en este
trabajo.
III.
DESARROLLAR EL MOVIMIENTO FEMENINO SIGUIENDO A
MARIATEGUI.
1.- Vigencia de Mariátegui.
Por todo lo expuesto, una conclusión se impone:
las tesis que Mariátegui sostuvo sobre el problema
femenino son resultado de la consecuente aplicación
del marxismo-leninismo a las condiciones específicas
de una sociedad semifeudal y semicolonial como la nuestra.
Sobre esto, por lo general, no hay discrepancia y aunque no
se expresa una adhesión abierta, por lo menos con el
silencio se muestra una aparente aceptación de
aquella conclusión. Más el problema no es si
el pensamiento de Mariátegui es una correcta
aplicación del marxismo al país, la
cuestión central es una: la vigencia actual de su
pensamiento; tema acerca del cual, y para no romper lanzas
contra el inmenso y creciente prestigio de
Mariátegui, a la vez que se expresa un aparente
reconocimiento se cuestiona su vigencia invocando el
transcurso de más de 40 años y enarbolando,
errónea y taimadamente, la necesidad de tener en
cuenta "los desarrollos creadores del marxismo para
superarlo".
El análisis de este punto nos lleva a revisar,
aunque sea de paso, algunas posiciones que sobre el problema
femenino han sido sustentadas en el país. Así,
el notable y pugnaz pensador don Manuel Gonzalez Prada, se
ocupó de este problema en su "Las Esclavas de la
Iglesia", en 1904, trabajo que se encuentra en "Horas de
Lucha"; allí a la vez que se expone importantes
conceptos como: "No se conoce bien al pueblo sin haber
estudiado la condición social y jurídica de la
mujer", "La elevación moral de un hombre se mide por
el concepto que se forma de la mujer: para el ignorante y
brutal no pasa de ser una hembra, para el culto y pensador
es un cerebro y un corazón", "Si llevamos el nombre
de nuestro padre, representamos la hechura moral de nuestra
madre .... La fuerza motriz el gran propulsor de las
sociedades, no funciona bulliciosamente en la plaza ni en el
club revolucionario, trabaja silenciosamente en el hogar",
los que sirven a centrar la atención en la
importancia de la mujer; por otro lado, expresaba ideas
tales como "La emancipación de la mujer, como la
libertad del esclavo, no se debe al Cristianismo, sino a la
Filosofía", "En las naciones protestantes se realiza
tan seguramente la ascensión femenina que ya se
prevé la completa emancipación", "Los esclavos
y los siervos deben su dignidad de personas al esfuerzo de
los espíritus nobles y abnegados; la mujer
católica se emancipará solamente por la
acción enérgica del hombre" y "en las batallas
por la idea no se conoce auxiliar más poderoso que el
amor".
Así se ve que Gonzalez Prada a la vez que
señala y denuncia la opresión sobre la mujer,
el importante papel que cumple y la necesidad de ocuparse
del problema femenino y plantea la emancipación de la
mujer, aunque para él la raíz de la
cuestión sea el catolicismo que domina en las
mujeres, crea en la posible emancipación femenina
bajo el capitalismo y centre el problema en el individuo,
sus ideas significan un aporte, como en otros temas, al
estudio del problema de la mujer en el país.
Y estas ideas resaltan más cuando vemos casi 30
años después que Jorge Basadre plantea :
"Gregorio Marañon ha reivindicado el rol esencial
de la mujer que es el amor; en tanto, que el rol esencial
del hombre es el trabajo... Por eso el niño prefiere
jugar con soldados, símbolo de lucha, de esfuerzo,
afán de supremacía; mientras la niña
prefiere jugar con las muñecas, precozmente maternal.
En virtud de un mandato de la naturaleza, el encanto de la
mujer criolla, aún en el caso de que no es mestiza,
se diferencia del de las mujeres de otras latitudes con un
propio sabor frutal o vegetal... Como, en cambio la
superioridad más alta del hombre está en la
mente y como la mente americana vegeta todavía
influenciada en forma determinante por Europa, el hombre es
en América, inferior en su conjunto, a la mujer... En
suma, una gloria americana se pierde o se achica ... Una
mujer de América que sea representativamente hermosa,
puede, en cambio interesar en cualquier parte" (Perú:
Problema y Posibilidad cap. XI): Aquí la
posición es tan claramente reaccionaria que huelgan
los comentarios.
Si en Basadre las clases dominantes nos hablan de una
"naturaleza femenina" cuya esencia es el amor, las mismas en
1940 se expresan a través de Carlos Miró
Quesada Laos de la siguiente manera :
"El rol de la mujer en la vida moderna es
múltiple. Ya no son los tiempos -para siempre idos-,
en que el trabajo le estaba vedado. Todo lo contrario. Hoy
la mujer trabaja en diversas actividades ... Porque ha
demostrado que puede actuar tan eficientemente como el
hombre ... Está, pues, en el deber de estudiar, de
prepararse para el porvenir. Y si en esas labores las
mujeres comparten las obligaciones con los hombres, en otra
son y serán siempre mejores que los hombres. Y es que
la mujer pone en la vida muchas cosas que le son innatas.
Tiene manos de madre y de enfermera ... Esa es la feminidad
que, gracias a Dios no perderán jamás, a
despecho del siglo XX, de las guerras y de las
teorías revolucionarias. La palabra consuelo evoca a
la mujer ... El creador después de hacer al hombre...
La puso a su lado para que fuera su compañera, para
que le sirviera de estímulo y dulzura en la
existencia ... Hay que obedecer primero a los padres, luego
a los maestros, mas tarde al marido y siempre al deber"
(Tres Conferencias, Lima 1941).
Con Basadre los explotadores posponen el trabajo
femenino; con Miro Quesada, habidas nuevas exigencias,
exaltan y demandan el trabajo de la mujer. Más en el
fondo de ambos late la "naturaleza femenina". Pero no
solamente en este campo se dan estas ideas; posiciones
incorrectas se encuentran también en escritos y
revistas que dicen ser revolucionarias y hasta adherir al
marxismo; en ellas se expresan conceptos como los siguientes
:
Hablando del "Sentido de la vida", que participar en el
"cambio social" permitirá, entendemos que a la mujer,
"deshacerse de su problema existencial, ya que el sentido de
la vida reside entonces en el provecho que cada individuo
puede ofrecer a su prójimo por medio de su voluntad y
esfuerzo". Tratando el tema "Mujer y Sociedad" luego de
intentar esbozar la tesis de Engels sobre el desarrollo de
la familia se plantea, "estamos posesionados del mito de la
inferioridad de la mujer. Y de esto se deriva la necesidad
de la liberación de la mujer... su liberación
sólo puede darse cuando se cambie tal estructura
económico-social con el desarrollo de una sociedad
nueva"; se destaca así la liberación y ambigua
e imprecisamente su fondo social para concluir
centrándose en como normar" la relación entre
sexo que responde a la nueva ideología. Si la mujer
es igual o debe ser igual al hombre, las bases de tal
relación serian :
a) liberar a la mujer de las alienaciones religiosas...,
b) ejercitar el derecho a elegir a su compañero, sin
obedecer a prejuicios sobre la iniciativa masculina..., c)
no entender la liberación de la mujer como
sinónimo de amor libre..., y (¡menos mal!) d)
siendo la mujer igual al hombre, no deberá apartarse
de la política, aduciendo su condición
femenina... el amor, como punto de partida de un cambio
social, debería ser el estímulo para que la
juventud (hombres y mujeres) luchen por construir un mundo
igualitario sin opresiones ni injusticias". Y publicando el
cuento "El Panetón del Desocupado", cuento
navideño se difunde sagazmente la "generosidad de la
mujer" y el "egoísmo del hombre", solapada
versión de "naturaleza femenina": "Luego los dos
fantasmas se han quedado en silencio. Cada uno de los
pensamientos por su lado. La mujer en su pasado; el hombre
en su futuro. La mujer, en lo que debe hacerse; el hombre en
lo que puede hacer para él. Una generosidad y un
egoísmo, siempre clavados de frente, siempre
forcejeando en lo oscuro de su conciencia". (Revista MUJER
números 1 y 2 : aunque no están fechadas se
ubican en la parte final de la década del 60).
Evidentemente, las ideas contenidas en las revistas MUJER;
pese a su aparente posición revolucionaria y
marxista, revelan un nítido fondo burgués; en
modo alguno expresan una posición proletaria sobre el
problema femenino.
¿ Qué nos demuestra este recuento ?. Una
verdad monda y lironda que, la cuestión no es en
absoluto el tiempo en que se plantean las posiciones ni el
problema es "tener en cuenta los desarrollos creadores del
marxismo" lo central es la posición de clase en que
se sustenta un planteamiento. Hemos visto una
posición anterior a Mariátegui, la de Gonzalez
Prada que no obstante ser anterior a él en unos 30
años encierra elementos positivos; así como
una posición coetánea, la de Basadre, que es
abiertamente reaccionaria; finalmente dos posiciones
posteriores a él, la de Miró Quesada aunque
renovando criterios también reaccionaria y la de la
revista MUJER, mas de 30 años posterior a
Mariátegui y hasta con pujos de marxista,
definidamente adhiriéndose a posiciones burguesas
pero con pretensiones de presentarse revolucionaria y al
servicio de la emancipación femenina.
¿Qué se concluye? Lo que decíamos, el
problema es el fundamento de clase que sustenta una
posición, en este caso una posición sobre el
problema femenino. Con Mariátegui, exponente cumbre
de nuestra clase obrera, se establece la posición del
proletariado sobre el problema de la mujer, él ha
sentado las bases de la línea política
proletaria sobre esta cuestión y sus posiciones son
plenamente vigentes, en éste como sobre los
demás de la política revolucionaria del
proletariado en nuestro país. Por tanto, el
desarrollar un movimiento femenino popular exige, hoy
más que nunca, adherir firme y consecuentemente el
pensamiento de Mariátegui partiendo de aceptar su
vigencia.
2.- Retomar el camino de Mariátegui.
La lucha de las mujeres peruanas tiene larga
tradición y la de las proletarias, sellada con su
sangre, más de 50 años. Asimismo las
organizaciones femeninas tienen larga data; sin embargo, el
proceso organizativo de la mujer peruana ha entrado en
expansión en la década del 60
avizorándose su brillante perspectiva, aunque larga y
sinuosa.
Actualmente tenemos una multiplicidad de organizaciones
de diferente extensión y nivel y, lo que es
más importante, germinando antiguas semillas apunta
ya la formación de un verdadero movimiento femenino
popular. Tenemos hoy un ya cincuentenario Consejo Nacional
de Mujeres sustentado en la caduca y superada tesis des la
"naturaleza femenina"; un "Movimiento de Derechos de la
Mujer" que enarbola un feminismo que apunta a la
liberación de la dependencia del hombre; una gama de
organismos en formación que alienta el régimen
vigente en beneficio de su proceso corporativista, bajo la
orientación y control de Sinamos y bajo la
concepción de su "participación de la mujer",
parte de su "democracia de participación plena", que
oculta que la raíz de la opresión femenina es
la propiedad privada y que el sometimiento de la mujer se
inició con ella, que tergiversando nuestra historia y
usando un "materialismo vulgar" y rastrero propagandiza "en
1968 se inicia el proceso revolucionario que busca a la
auténtica liberación de la mujer con igualdad
política y participación activa" para concluir
"somos nosotras las que debemos crear las diferentes formas
de organización femenina" recalando en solapado y
artero feminismo burgués. Y una Unión Popular
Nacional de Mujeres Peruanas, organismo del oportunismo de
derecha que ha montado, como siempre, un aparato
colaboracionista dedicado totalmente al servicio del
régimen.
Este incremento y reimpulso organizativo de las masas
femeninas exige investigar seriamente el problema de la
mujer y analizar clásicamente las organizaciones
existentes o en formación; así se
deslindará campos para establecerse, como en otros
terrenos, las dos líneas en el problema de la mujer:
la contrarrevolucionaria bajo el comando del imperialismo y
la burguesía intermediaria y, la revolucionaria cuyo
mando y centro es el proletariado. Así se
servirá al desarrollo organizativo del movimiento
femenino popular, el que requiere necesariamente que su
construcción se libre en medio de la lucha de las dos
líneas, expresión de la lucha de clases y de
los intereses afines y contrapuestos de las clases en
contienda. Claro está y esto no se debe olvidar, que
dentro de cada línea hay variantes y diferencias en
función de las clases agrupadas en torno a cada
línea; de ahí que el problema consista en
establecer las dos líneas contrarias y, dentro de
cada una las variaciones y matices de las mismas, y la
posición que está al mando en cada
línea que respondiendo a la clase que dirige da su
carácter revolucionario o contrarrevolucionario a
cada una de las líneas en lucha.
Todo lo expuesto nos lleva pues a la necesidad de
"retomar el camino de Mariátegui en el problema de la
mujer", a fin de servir a la formación y desarrollo
de un MOVIMIENTO FEMENINO POPULAR concebido como un
movimiento generado por el proletariado en las masas
femeninas con las siguientes características: 1)
Adherido al pensamiento de Mariátegui, 2)
Organización clasista de masas, 3) Sujeto al
centralismo democrático.
La construcción de tal MOVIMIENTO nos plantea dos
problemas: 1) la construcción
ideológico-política que implica,
necesariamente dotarlo de Principios y Programa; 2) la
construcción orgánica, a la que podemos servir
formando núcleos o grupos de activistas que llevando
principios y programa a las masas femeninas -obreras,
campesinas, profesionales, universitarias, secundarias,
etc.-, trabajen por la politización de la mujer,
movilizándolas a través de sus luchas y
organizándola para adherirla a la lucha
política, acorde con la orientación y
política del proletariado.
Para concluir este aporte al estudio y comprensión
del problema de la mujer es pertinente transcribir una
Declaración de Principios y Programa que hace
algún tiempo circula en nuestro medio, documentos
que, entendemos subrayando su carácter de proyectos,
pueden servir como base de discusión útil a la
construcción ideológico-política del
MOVIMIENTO FEMENINO POPULAR en marcha.
DECLARACION
DE PRINCIPIOS
Con la aparición de las clases, que marca el
comienzo de la explotación, se inició
también el peso opresor sobre la mujer; de esclava a
sierva, de sierva a obrera. Hasta hoy, donde hay
explotadores la mujer está sajuzgada y esta
situación sólo puede acabar cuando caigan de
raíz las bases clasistas de opresión.
De la esclavitud femenina de ayer a la igualdad formal de
hoy median siglos de lucha callada y tenaz o de violencia de
masas que arrancaron conquistas en batallas sin cuartel. La
sociedad se desarrolla en medio de la lucha de clases y las
masas en combate la hacen progresar.
El avance de las mujeres ha sido y es el avance del
pueblo. Pero no han sido pasivas beneficiarias, sino
hermanas combatientes y luchadoras decididas de la causa de
los oprimidos y militantes de primera fila; las trincheras
del pueblo en todas partes llevan también las huellas
imborrables de su sangre. La mujer no es, como se dice
apolítica e indiferente; la mujer es, en especial la
del pueblo, combatiente revolucionaria.
Las hijas de las clases oprimidas, obreras, campesinas y
trabajadoras han dado gloriosos nombres que engalanan las
gestas emancipadoras de las masas: Rosa Luxemburgo y Liu
ju-Lan, son ejemplos de la lucha revolucionaria
internacional y en nuestro pueblo Micaela Bastidas.
Es que la mujer no es un simple ser pasivo, ni banal
adorno doméstico ni apolítico instrumento; la
mujer con conciencia de clase es luchadora infatigable y
militante decidida.
La mujer peruana también ha sido y es combatiente
popular, y como parte de nuestro pueblo, ha combatido junto
a él a lo largo de nuestra historia; la lucha de la
mujer de nuestra patria tiene su síntesis: Micaela
Bastidas.
Las mujeres de hoy sufren opresión y
explotación y éstas tienen una causa: la
situación semicolonial y semifeudal de nuestro
país; situación que al pesar como
montañas sobre nuestro pueblo redoblan su peso sobre
las masas femeninas del Perú.
En esta sociedad cuyas masas se alzan contra el
imperialismo y el feudalismo, las mujeres están
tomando emplazamiento de combate y lanzan su claro grito de
guerra para unirse al rugiente grito de nuestro pueblo. La
lucha de la mujer peruana es parte de la lucha del pueblo
oprimido y explotado y sus enemigos son los mismos. Sus
luchas comunes y su éxito final incontenible y
necesario será también el mismo éxito
triunfal y liberador.
Si bien la mujer peruana nunca ha dejado de combatir los
tiempos que corren, exigen su participación
más amplia y profunda.
Hoy cuando las clases dominantes profundizando el
capitalismo dependiente del imperialismo en el país;
cuando aplicando concepciones antidemocráticas y
verticalistas se apunta a organizar a las masas con moldes
corporativistas negadores del principio de la lucha de
clases; hoy cuando se propicia la movilización y la
organización femenina al margen de la lucha popular y
en pro de los dominantes, el MOVIMIENTO FEMENINO POPULAR de
Ayacucho reinicia su marcha combatiente y, con clara
conciencia de la situación de nuestra patria, se
lanza a la lucha por la movilización clasista de la
mujer peruana, al servicio de la revolución
democrático-nacional.
Esta tarea se cumplirá ciñéndose a
principios sustanciales:
- Sólo es posible cumplir un papel revolucionario
consecuente y firme siguiendo la invencible luz del
Pensamiento de Mariátegui.
- Las masas se liberan a sí mismas y a ellas hay
que servir haciéndoles tomar conciencia de su papel
creador en la historia.
- En nuestro país las masas a las cuales debemos
ir son las obreras y campesinas principalmente, y siempre
orientándonos a las más pobres y
explotadas
- Para movilizar y organizar es necesario investigar y
propagandizar; esto es conocer los problemas concretos de
las masas y desarrollar en medio de ellas agitación y
propaganda revolucionarias.
- Hay que organizarse en todas las formas que el
proletariado ha creado y desarrollado. La mujer debe
participar en todas ellas.
- Las mujeres sólo pueden organizarse
correctamente si es que lo hacen siguiendo un principio
clasista de agrupar a las mujeres partiendo de su
posición de clase.
- Sin conciencia política clara y justa no hay
alma, esto es seguir consciente y firmemente las leyes de la
lucha popular en nuestra patria.
- Partir de las necesidades fundamentales y primarias de
las masas para elevar paso a paso, mediante la lucha, la
conciencia política, partir de las necesidades y
problemas más concretos de las mayorías y
elevarlas políticamente.
-La lucha revolucionaria sólo puede triunfar
uniéndose todos los pueblos y clases oprimidos, pero
lo principal es apoyarse en los propios esfuerzos.
-Bajo estos principios, para cumplir el objetivo de
movilización clasista de la mujer peruana, el
MOVIMIENTO FEMENINO POPULAR de Ayacucho empeña su
esfuerzo, tenacidad y lucha para uniéndose a otros
similares, crear y desarrollar el MOVlMIENTO POPULAR de
nuestra patria como movimiento generado por el proletariado
en las masas femeninas, con tres características: 1)
Adherido al Pensamiento de Mariátegui; 2) como
organización clasista de masas, y 3) sujeto al
centralismo democrático.
PROGRAMA
Movilización clasista de las mujeres en
torno a los objetivos de la Revolución Peruana,
antimperialista y antifeudal.
Luchar contra la opresión que pesa sobre la
mujer en lo económico, político e
ideológico. Salario igual para trabajo igual,
igualdad efectiva ante la ley, posibilidades iguales de
educación; dignificación de la mujer;
contra prejuicios, supersticiones y apoliticismo; contra
la deformación ideológica.
Por el cumplimiento de los derechos y beneficios de la
mujer; defender las conquistas logradas y ampliar los
derechos a través de la lucha.
Movilizar ideológico-políticamente a la
mujer desarrollando propaganda y agitación basadas
en el Pensamiento de Mariátegui y combatiendo al
imperialismo y a la feudalidad y todas las posiciones
oportunistas de derecha e izquierda.
Formación de conciencia clasista y
espíritu de servir al pueblo, ligarse a las masas,
principalmente obreras y campesinas y combatir junto a
ellas por sus derechos y conquistas y las libertades
democráticas.
Organización de las mujeres en todos los
planos. Combatir por la formación de la FEDERACION
NACIONAL DE MUJERES DEL PERU, como parte del Frente Unico
del Pueblo.
Propiciar eventos y reuniones femeninas para lograr la
organización revolucionaria de la Mujer Peruana, y
participar en los eventos populares llevando su voz.
Movilizar a las mujeres para unirlas a las masas
populares y ligarlas a las luchas del Pueblo.
Crear un órgano de prensa que sea
expresión clasista de la mujer peruana.
"RIMARIYÑA WARMI" sirve a este fin.
10. Concurrir a forjar el SOCORRO ROJO de nuestro pueblo.
Y fomentar campañas económicas para que el
pueblo cuente con sus propios medios.
Difundir y desarrollar la Cultura Popular.
12.Cultivar la solidaridad con la lucha de los pueblos
oprimidos y clases explotadas uniéndonos a su lucha
contra el frente reaccionario del imperialismo
nortearnericano y el revisionismo soviético. Ligarse
a las organizaciones consecuentes, especialmente a las
mujeres que luchan en el Frente Revolucionario Mundial.
"DECLARACION DE PRINCIPIOS Y PROGRAMA DEL MOVIMIENTO
FEMENINO POPULAR (proyectos) RIMARIYÑA WARMI,
número 2; Vocero del Movimiento Femenino Popular de
Ayacucho: setiembre 1973.
Abril, 1975
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PCP-COMITE CENTRAL
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